Economía, Derecho, Estrategia

México y el nuevo régimen en EU

A pesar de los esfuerzos de Donald Trump por impugnar la elección, Joe Biden será el nuevo presidente de EU a partir del 20 de enero de 2021. ¿Qué significa para México?

La elección presidencial en EU ha sido una de las más importantes en la historia moderna de nuestro vecino del norte. A pesar de los esfuerzos del presidente Trump por impugnar la elección, Joe Biden será el nuevo presidente de EU a partir del 20 de enero de 2021.

¿Qué significa esto para México, y qué debemos hacer para posicionar a nuestro país de manera favorable ante la nueva administración demócrata?

México enfrenta dos grandes retos en la relación con EU: el primero es de carácter coyuntural, y está relacionado con la recuperación económica de la región y la correcta implementación del TMEC. El segundo reto es de naturaleza sistémica, y tiene que ver con el nacionalismo económico que se ha apoderado de EU en los últimos años, el cual refleja el desmoronamiento de la confianza de la clase media de los países desarrollados hacia la globalización y la economía de mercado.

Para aprovechar el TMEC y recuperar el crecimiento: predicar con el ejemplo

El presidente López Obrador señaló correctamente durante su visita a Washington en septiembre, que el TMEC representa una gran oportunidad para los tres países de América del Norte y que ayudará a la región a recuperar el rumbo del crecimiento económico.

A cuatro meses de la entrada en vigor del TMEC, México debe asegurarse que nuestro principal socio comercial cumpla cabalmente con los compromisos pactados en el Tratado. Será fundamental desactivar las investigaciones ante la International Trade Commission en contra de blueberries mexicanas, y evitar que se inicien nuevas investigaciones en contra de fresas y pimientos. Para ello, no sólo se requerirá de una postura firme ante la administración Biden, sino que la solución yace en dar el ejemplo y demostrar que México es capaz de cumplir con sus propios compromisos en el acuerdo. No será fácil porque el incumplimiento de México que estamos viendo en materia de energía, así como en el sector agropecuario, emana de posturas ideológicas impulsadas por el ala más radical de Morena, y el Presidente tendrá que escoger entre garantizar el acceso irrestricto de México al mercado más grande del mundo, o favorecer políticas que pudieran llevar al país a sufrir represalias comerciales y litigios internacionales por miles de millones de dólares.

El no cumplimiento en materia energética es de particular importancia, ya que además de poner en riesgo nuestras principales exportaciones a EU, incrementa la percepción de riesgo de invertir en México, lo cual afectará directamente los flujos de inversión y la generación de empleo mejor remunerado. No podemos olvidar que la llegada de capital privado y de inversión productiva en el sector energético le inyectan competitividad al país de una manera que simplemente no es posible lograr a través de Pemex y CFE.

Por lo tanto, se requerirá de un golpe de timón para descartar políticas sectoriales que discriminen a favor de las empresas propiedad del Estado, como fue el caso con la política de Sener sobre energías renovables, o que establezcan obstáculos técnicos al flujo de commodities energéticas entre México, EU y Canadá. Un par de ejemplos de esto son los retrasos para el otorgamiento de permisos para importar gasolina y diésel a México, o los intentos por revertir la NOM-016 que permite la utilización del etanol en una mezcla de 10 por ciento como oxigenante en la gasolina.

Invertir en México no es offshoring

Una de las razones por las que Trump llegó a la Presidencia fue por su capacidad de traducir la frustración de la clase media con la globalización, en un movimiento denominado Make America Great Again (MAGA). Con su salida de la Presidencia, desaparecerán las gorras rojas, pero el legado de nacionalismo económico permanecerá en la atmósfera. El candidato Biden ya lo entendió, y en los últimos meses ha enfatizado que no permitirá que China "viole las reglas del juego", y premiará a las empresas estadounidenses que mantengan sus fábricas en territorio estadounidense. Biden podrá odiar a Trump, pero no tendrá empacho en impulsar políticas nacionalistas como el Buy American en compras de gobierno, y promover incentivos fiscales para favorecer a las empresas que cancelen proyectos de inversión en el extranjero.

El Gobierno de México deberá trabajar desde el primer día de la administración Biden, en convencer a EU que invertir en México no es "offshoring", ya que México pertenece al perímetro de producción de América del Norte, en donde los tres países de la región se fortalecen al producir bienes de manera conjunta. Esto les permite reducir costos, incrementar la calidad, y competir con éxito frente a las demás regiones del mundo.

La política exterior de México tendrá que tejer fino para convencer al presidente Biden que al invertir en México, sus empresas generan riqueza y valor para EU, y enfatizar que cuando México exporta al mundo, 40 por ciento del valor de dichas exportaciones provienen de EU. La crisis del Covid-19 está cambiando la estructura de las cadenas de valor a nivel mundial, lo cual genera una enorme oportunidad para que México aproveche el nearshoring de empresas que emigraron de EU, Canadá e incluso México, hacia Asia en los últimos 20 años, y que ahora están regresando al continente como medida de reducción de riesgos ante futuras pandemias.

Construyamos puentes de cooperación

Sabemos que los demócratas serán incisivos con México en materia laboral y ambiental, y al igual que los republicanos, presionarán a México para que cumpla con las obligaciones del TMEC en materia de energía. Asimismo, enfrentaremos un nacionalismo económico en EU que pudiera impedirle a la región aprovechar debidamente las oportunidades que brinda el TMEC.

Es por ello que debemos tender puentes de inmediato con el equipo del presidente Biden, y enviar la señal de que México está listo para contribuir de manera proactiva a la reconstrucción de la relación de EU con los principales organismos internacionales. Un ejemplo inmediato sería que México juegue un papel de intermediario en la OMC para acercar a EU al resto de la membresía y convencer a Biden de que acepte a la candidata nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala como DG de la Organización. Asimismo, México debería trabajar, junto con Canadá, en impulsar el regreso de EU al Acuerdo Transpacífico (CPTPP) y al Acuerdo de París. Debemos entender que un regreso positivo de EU a la comunidad internacional también fortalece a América del Norte, y por lo tanto le conviene a México.

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