Opinión Julio Madrazo

Oportunidad desafortunada

El 2019 terminó con un terrible enfrentamiento en el Medio Oriente entre EU e Irán, lo que representa una oportunidad para la inversión en energía.

Este año habrá elecciones para elegir presidente de Estados Unidos. Aún faltan 11 meses, pero en las últimas seis encuestas publicadas en Real Clear Politics, levantadas en la primera quincena de diciembre, Joe Biden va a la cabeza en cinco de ellas y Donald Trump solo en una.

En ese contexto, 2019 terminó con un terrible enfrentamiento en el Medio Oriente, el ataque de milicias chiítas a una base militar donde había personal de Estados Unidos y el ataque en represalia que Trump lanzó para matar al general Qasem Soleimani. El 5 de enero cientos de miles de personas inundaron las calles en luto por la muerte del general, exigiendo una respuesta de Irán.

Hay muchos estudios que demuestran que en época de guerra los presidentes de Estados Unidos incrementan su popularidad. Los ciudadanos tienden a apoyar a su líder frente al enemigo, cualquiera que este sea. ¿Sería capaz Trump de una irresponsabilidad de esta magnitud?

Todo lo anterior representa un riesgo para la paz y el orden económico mundial, pero también es una oportunidad para México. En un contexto tan complicado en Medio Oriente, con el precio del petróleo al alza, nuestro país es un lugar atractivo para la inversión en energía. De ahí la importancia del anuncio que se hará en febrero por el presidente López Obrador sobre el plan de desarrollo e infraestructura energética, y la importancia de que, además del fortalecimiento de Pemex, también se promueva un sector de energía con participación privada y competencia.

Asimismo, en términos de finanzas públicas, el PEF se elaboró con un precio de 49 dólares para la mezcla mexicana de petróleo. Hoy el precio es de 58 dólares. Es probable que el conflicto mantenga los precios en ese nivel o incluso mayor, lo cual significa recursos adicionales importantes para el país. Esos recursos deben de utilizarse para incrementar el gasto público en infraestructura y no en gasto corriente.

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