Juan Antonio Garcia Villa

López Obrador en el béisbol

Juan Antonio García Villa reflexiona sobre el abucheo que recibió el presidente Andrés Manuel López Obrador en la inauguración del espléndido parque Alfredo Harp Helú.

El inolvidable cronista y amigo Tomás (Tommy) Morales, conocido por su gran pasión beisbolera, fallecido en febrero del año pasado, no tuvo la satisfacción de estar físicamente presente en la inauguración del espléndido parque Alfredo Harp Helú. Corporalmente no, pero de alguna otra manera desde luego que sí.

Pocos como él habrían disfrutado esa magna inauguración el pasado 23 de marzo, sábado, del primer encuentro de pelota jugado en el nuevo y espléndido parque de beisbol Alfredo Harp Helú. Con capacidad para 20 mil personas, tipo Grandes Ligas y magnífico alumbrado (aunque en la novena entrada del juego inaugural –de los llamados de exhibición- falló durante casi media hora), y que muy merecidamente lleva el nombre de quien con recursos propios lo construyó.

Como suele suceder en este tipo de inauguraciones, asistió y hasta lanzó la primera bola el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador. Hasta ese día me preguntaba cómo lo recibiría la afición. Mi pronóstico, que comenté a varios amigos aficionados al deporte rey, era en el sentido de que sería ovacionado por una amplia mayoría del público asistente, pues aún está López Obrador en la llamada "luna de miel" que siempre se tiene al inicio del cargo, al que además llegó con una votación como nunca antes nadie ha tenido.

Pero también consideré que en un público tan heterogéneo como es el que conforma la afición beisbolera, no faltarían quienes lo recibirían con gritos y rechiflas. Pero pensé que por la razón arriba apuntada, sería un sector tan minoritario que ni siquiera se haría notar, o no tan fácilmente.

Pero la realidad superó al pronóstico. Apenas anunciaron la presencia de López Obrador y de inmediato se escuchó ensordecedor abucheo y generalizados gritos de ¡fuera! ¡fuera! Ahora que uno ve y oye los videos de ese momento el ruido no se percibe tan intenso y fuerte como nos pareció a los testigos en ese momento. Y desde luego al propio López Obrador, pues de no haber sido así no habría reaccionado como lo hizo. Llamando "porra del equipo fifí" a quienes de esa manera expusieron su descontento y expresando que va "a ponchar a (lo que él llama) la mafia del poder".

Sin que se afirme, ni mucho menos, que el video haya sido manipulado porque todos los que conozco, cualquiera que sea su origen, son en este punto más o menos idénticos, parece que tal video -en especial el audio- no refleja lo que realmente ocurrió. Además de que yo conté al menos tres abucheos, con suficiente espacio entre uno y otro, como para contabilizar su número.

El estimado cronista beisbolero Tommy Morales, cuya espléndida obra es fuente imprescindible para la historia del beisbol en México, que en mi modesta opinión aún está pendiente de escribir, nos dejó dicho en su libro Tommy al Bat (2009, pág. 63), que el presidente Manuel Ávila Camacho asistió a lanzar la primera bola "en la inauguración de la temporada 1946 (de la Liga Mexicana de Beisbol) en un Parque Delta que se llenó hasta el tope".

Y en otro de sus libros, Pasión por los Diablos Rojos del México (2003, pág. 42), Tommy escribió que en un juego efectuado en marzo de 1964 entre los Dodgers de Los Ángeles y los Diablos Rojos de México fue el último al que asistió un presidente de la República, Adolfo López Mateos. Hasta ahora en que lo hizo, 55 años después, el pasado 23 de marzo, López Obrador. Lástima que haya sido en las peores circunstancias, por tratarse del presidente de la República más beisbolero de que se tenga noticia.

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