Juan Antonio Garcia Villa

Por dos razones... podrá no haber revocación de mandato

Una de las razones estriba en la carencia presupuestal del INE, pues requiere de 3 mil 830 millones de pesos para realizar la consulta.

Un sábado por la tarde, el joven sacerdote llegó al modesto templo de apartada localidad rural, para sustituir en su ausencia al anciano párroco, trasladado a la ciudad, nada cercana, a fin de atender su precaria salud. Apenas arribó aquél a la capilla, interrogó al sacristán acerca de los horarios de las misas dominicales. Le dijo éste que la primera era a las seis de la mañana. La respuesta no agradó al nuevo cura, quien de inmediato le ordenó que la cambiara a las nueve de la mañana.

Imposible padre –le dijo el sacristán– esa eucaristía no se cambia, porque es la misma hora en que se viene celebrando desde hace más de un siglo. Además, los fieles que a ella asisten jamás lo aceptarían.

A regañadientes, el nuevo cura no tuvo más remedio que madrugar para oficiar la misa de seis de la mañana. Pero cuál sería su sorpresa al ver que el total de asistentes no llegaba a media docena de ancianitos, que dormitando seguían la ceremonia. En ese momento, cayó el curita en la cuenta de que no había oído una sola de las tres campanadas llamando a misa. Consideró entonces que la baja asistencia obedecía a la omisión del sacristán, por no haber hecho tañer las campanas.

Apenas concluyó la eucaristía, el joven oficiante se lanzó hecho una furia sobre el sacristán. Éste trataba de justificarse exclamando: ¡Padre, no lo hice por dos razones! ¡Por dos razones, padre! ¡Permítame explicarle!

A ver, ¿cuál es la primera? -expresó un tanto contrariado el recién llegado sacerdote, esperando una respuesta convincente.

La primera, padre –dijo el sacristán–, es que en esta capilla no hay campanas. Y la segunda…

Ya, ya, no tiene caso, no me digas la segunda, retírate por favor –dijo el novel sacerdote al atemorizado encargado del modesto templo rural.

El anterior cuentecillo viene a cuento para tratar de explicar las dos razones por las cuales, de ser el caso, el INE no podrá organizar, desarrollar y efectuar el cómputo del proceso de revocación de mandato, “por pérdida de la confianza”, del actual presidente de la República. Claro, siempre que previamente se cumplan los requisitos establecidos por la Constitución para llevar a cabo tal proceso.

Por dos razones, eventualmente, ello no podrá ser posible. La primera, porque no se asignó al INE el presupuesto necesario para poder realizar tal proceso. Y la segunda… ¿tendrá caso exponerla si el INE no fue dotado de recursos para ello?

Para el año 2022, el INE solicitó a la Cámara de Diputados un presupuesto de 13 mil 84 millones de pesos. Parece mucho dinero, pero ha de tomarse en cuenta que una tercera parte de ese total es para entregarla a los partidos políticos por concepto de financiamiento público, y otra tercera parte para sufragar lo relativo a la credencial para votar con fotografía, el mejor y más confiable documento de identificación personal que hemos tenido en la historia los mexicanos. Y sólo la otra tercera parte es para sufragar el costo operativo del INE.

Para llevar a cabo el proceso de revocación de mandato, el INE solicitó un monto adicional por 3 mil 830 millones de pesos. Bueno, pues no sólo no se le concedió sino que la Cámara de Diputados le redujo el monto original de su presupuesto en 4 mil 913 millones de pesos. ¿De qué se trata? ¿De poner al INE contra la pared? ¿De obligarlo a lo imposible?

El INE ha dado a conocer a la opinión pública un informe detallado del destino que tendrían los 3 mil 830 millones de pesos que solicitó para estar en condiciones de llevar a cabo el proceso revocatorio. Imposible, por razones de espacio, reproducir aquí la desagregación de ese monto.

El presidente de la República ha propuesto que la votación se realice a través de voluntarios espontáneamente organizados, con material que presten o proporcionen los municipios (como si éstos tuvieran tantos recursos), cajas de huevo a manera de urnas, papel reciclado para imprimir las boletas, etcétera.

Se olvida el presidente López Obrador que la Constitución ordena (artículo 41) que la función electoral es una función de Estado a cargo del INE, el cual ha de ser “profesional en su desempeño”. ¿Hasta dónde quieren llevar al país el populismo y la demagogia?

A todos los lectores, muchas gracias y, ¡muy feliz Navidad!


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