Jorge Berry

Verano Peligroso

Los estrategas políticos de Donald Trump pensaban usar el receso de verano en el Congreso de EU para establecer las condiciones para la campaña por venir, pero entre los acontecimientos, y la legendaria inestabilidad trumpiana, esos planes se vinieron abajo.

Terminó por fin el larguísimo receso de verano en el Congreso de Estados Unidos, y los legisladores volvieron a la actividad con la consecuente elevación de la temperatura política en el país.

Fue un verano poco afortunado para la administración del presidente Donald Trump. Sus estrategas políticos pensaban usar estos días para establecer las condiciones para la campaña por venir, pero entre los acontecimientos, y la legendaria inestabilidad trumpiana, esos planes se vinieron abajo.

El argumento más sólido de Trump para aspirar a la reelección era un marco económico favorable, pero el panorama, según todos los indicadores, se ha tornado pesimista, y muchos electores, sobre todo en el sector agrícola, culpan a Trump por haber desatado la guerra comercial con China. El crecimiento no superará el 2 por ciento, el índice de confianza del consumidor va a la baja, y cada vez es más claro que su famoso recorte de impuestos solo benefició al 1 por ciento más rico de la población. Si bien no se puede hablar aún de recesión, si hay una clara desaceleración en marcha.

En el aspecto legislativo, Trump tiene poco que presumir. Su máxima esperanza es lograr la ratificación del T-Mec, pero es incierto si los demócratas estarán dispuestos a regalarle esa victoria. En esta columna se ha comentado ampliamente el peligro de que la ratificación del tratado se convirtiera en tema de campaña, y ese escenario ya se materializó, en perjuicio de México. Es ahora cuando debería intensificarse la campaña mexicana de cabildeo a los congresistas. No es imposible convencerlos de que los beneficios del tratado para ambos países supera, por mucho, la raja política que puede sacar Trump vendiéndolo como un triunfo legislativo. Sabemos que el gobierno de México, con la bandera de su "austeridad republicana", eliminó casi por completo el presupuesto destinado a cabildear en Estados Unidos estos menesteres, así que el esfuerzo recae, casi enteramente, en la iniciativa privada. Es posible que sea mejor así, dado que la administración obradorista no ha dado señales de ser capaz de hacer una labor eficiente. En cualquier caso, la ratificación del T-Mec, con todo y la incertidumbre, debe votarse en los próximos tres meses. De otra manera, habría que esperara hasta 2021.

Siguiendo con las dificultades veraniegas del presidente Trump, su actuación en la reunión del G7 en Biarritz, fue lamentable, como ya se ha descrito aquí. Asombra su insistencia en congraciarse con Vladimir Putin, sabiendo el enorme costo político que paga al hacerlo. Eso se refleja claramente en las encuestas. Ya hace semanas, una encuesta de Fox News, aliados de Trump, lo ponía debajo de los primeros cuatro contendientes demócratas. Perdía contra Joe Biden por más de 10 puntos, pero también contra Bernie Sanders y Elizabeth Warren, por un margen ligeramente menor. Bueno, hasta Kamala Harris lo vencía por 6 puntos. Hace dos días, una encuesta similar, pero de Monmouth, añade a la lista a Pete Buttigieg, con márgenes aún mayores.

Pero los demócratas traen sus propios líos. Si Joe Biden, quien encabeza hasta ahora las encuestas para convertirse en candidato, resbala, y Warren o Sanders logran la postulación, corren el peligro de jalar al partido hacia una izquierda inaceptable para el grueso de los votantes. Esa es la esperanza de Trump. Si logra pintar al candidato demócrata como un "socialista", se vuelve competitivo. La palabreja es solo un sello, pero con una connotación altamente negativa para el pueblo estadunidense, que automáticamente lo identifica como el enemigo.

Como lo dijo el escritor Tom Friedman hace un par de meses: "La revolución puede esperar. Primero, hay que sacar a Trump de la Casa Blanca." Concuerdo.

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