Jorge Berry

Migraña editorial

Para reporteros, y sobre todo, editores, resultan más que un dolor de cabeza las conferencias mañaneras de Andrés Manuel López Obrador, y esto es puramente intencional.

Nunca ha sido fácil cubrir periodísticamente la presidencia. Ni en México ni en Estados Unidos. No es casualidad que sea la fuente más codiciada entre los reporteros. Para cualquiera, sobre todo si se hace con éxito, puede ser una plataforma importante para impulsar toda una carrera. Ahora, el reto se multiplicó, sobre todo para los editores, esos personajes anónimos, callados, que deciden y evalúan los temas a seguir, y que son quienes guían y moldean el trabajo del reportero de campo.

Tanto el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, como el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, tienen una comprensión moderna de los medios, y saben cómo manipularlos o usarlos en beneficio propio. Depende ya del medio el grado de éxito que tiene cada presidente. Lo que es un hecho, es que usan técnicas similares.

López Obrador desarrolló el concepto de sus conferencias 'mañaneras' cuando fue jefe de Gobierno en el entonces Distrito Federal en el año 2000. Le funcionó de maravilla, y ahora lo replica desde la presidencia de la República. Pero para reporteros, y sobre todo, editores, resulta más que un dolor de cabeza, y esto es puramente intencional.

Establecer la agenda todas las mañanas no es asunto menor. Le da a AMLO la capacidad de oscurecer la información que no le conviene o no le gusta, y en cambio, reforzar el rumbo de la información cuando esta le resulta positiva. Como ejemplo muy reciente, cuando estallaron las contrataciones a todas luces absurdas en el Conacyt, el presidente tuvo que aceptarlo, y prácticamente despedir desde Palacio Nacional a la modista que colocó la directora Ma. Elena Álvarez Buylla en la división de biotecnología. En esa mañanera, exactamente hace una semana, el presidente prometió la comparecencia de la directora. Los reporteros empezaron a escarbar, y encontraron que también trabajaban en Conacyt el exesposo de la directora, un cuñado, varios personajes cuya única credencial era pertenecer a Morena, en fin. Esa narrativa no convenía al presidente. Álvarez Buylla no ha aparecido en la mañanera, y AMLO desató una persecución política contra Guillermo García Alcocer, consejero presidente de la Comisión Reguladora de Energía, acusándolo de conflicto de intereses.

Esta es la disyuntiva del editor: ¿A qué información se le da más peso? Lo ideal es cubrir ambas con el mismo detenimiento, pero la mayor parte de los medios no tiene los recursos humanos para ello. La lógica indica que tiene más peso la más reciente, y poco a poco, se fue olvidando el Conacyt, con lo que AMLO mató dos pájaros de un tiro; eliminó la narrativa que le resultaba negativa, y puso en los titulares uno de sus linchamientos. Misión cumplida.

Donald Trump, por su parte, usa una técnica distinta, pero con los mismos resultados. En lugar de las 'mañaneras', el hombre naranja usa a Twitter. Si algo le reconocen los medios de Estados Unidos a su presidente, es su habilidad para manejar a su base, que incluye a medios ultraconservadores, a través de redes sociales. Es ahí donde indica los blancos del día, atacando, de acuerdo con su relevancia en la información diaria, al FBI, a Mueller, a Nancy Pelosi, o al legislador demócrata que lo está molestando más en ese momento. Ahí es donde aplica sus famosos apodos, y hasta llega a establecer política exterior.

El dilema editorial es el mismo allá que acá, aunque en Estados Unidos los grandes medios están dispuestos a emplear más recursos para dar seguimiento a notas que quedan desvanecidas por la información diaria, pero que con buen reporteo pueden recobrar relevancia.

En cualquier caso, y en ambos países, las neuralgias en las jefaturas de información de los medios, no tienen para cuando acabar.

COLUMNAS ANTERIORES

Prigozhin
El juicio

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.