Jorge Berry

El último debate

El debate Trump-Biden tocará los siguientes temas: lucha contra el Covid-19, familias estadounidenses, seguridad nacional, liderazgo, cambio climático y relaciones raciales.

Esta noche veremos el último debate entre los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, a menos de dos semanas del final del proceso electoral en el país. El escenario será la Universidad de Belmont, en Nashville, Tennessee, y habrá algunos cambios de reglas.

El principal impedirá que el presidente Donald Trump, como es su costumbre, interrumpa continuamente a su oponente, el candidato demócrata Joe Biden. Después de cada pregunta, los candidatos tendrán dos minutos para exponer sus posturas, con el micrófono del rival apagado. Luego de estas presentaciones, ya podrán dialogar, o bien, increparse, gritarse y hasta insultarse, como ocurrió en el primer debate.

El debate, con 90 minutos de duración, tocará los siguientes temas: la lucha contra el Covid-19, las familias estadounidenses, seguridad nacional, liderazgo, cambio climático y relaciones raciales. Los temas tendrán una duración de 15 minutos cada uno. El reducido número de invitados al evento tendrá que usar cubrebocas o serán removidos del salón.

Estas son las reglas establecidas. Pero no fue fácil llegar a este punto. Aún el martes había dudas sobre la realización del debate, porque la Casa Blanca protestó el cierre de micrófonos, e insistió en que el debate entero fuera sobre política exterior. Pero al final, cedieron. Después de todo, no es Biden quien necesita un abrupto cambio de dirección en la campaña, sino el presidente, cuyos números en las encuestas continúan muy por debajo de lo esperado, y de lo necesario para conseguir la reelección.

Para muchos analistas, lo mejor que puede hacer Biden esta noche es quedarse callado lo más posible. En los recientes actos de campaña, Trump ha mostrado cada vez más nerviosismo, lanzando acusaciones francamente marcianas por todos lados, llegando a niveles de histeria, estimulados por sus fanáticos que exhiben los mismos síntomas. Esto provocaría risa, si no fuera peligroso.

Entre las locuras recientes:

Joe Biden y Hillary Clinton deberían ser arrestados y procesados por corrupción. El procurador Barr tiene todas las pruebas, pero se niega a cumplir con su deber. Esta acusación está basada en una 'investigación' de su abogado Rudy Giuliani, y que fue publicada en el New York Post, un tabloide propiedad de Rupert Murdoch. El propio autor del artículo se negó a firmarlo, porque descubrió que los supuestos correos electrónicos hackeados de Hunter Biden, el hijo de Joe, eran parte de una campaña rusa de desinformación, como comprobó el FBI.

Apenas esta semana se conoció el hecho inédito de que el presidente de Estados Unidos mantiene una cuenta bancaria en China. Sí, en China.

Lo realmente peligroso viene de sus descalificaciones personales. Exactamente la misma técnica que usa el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, contra sus enemigos. El linchamiento desde una tribuna poderosa y a ver qué pasa.

La ultraderecha

En Michigan pasó que hubo un complot para secuestrar a la gobernadora Gretchen Whitmer que fue desarticulado por el FBI. La autoría era de un grupo de ultraderecha, alineado con los supremacistas blancos. Querían que la gobernadora se retractara de su orden de usar cubrebocas de manera obligatoria, y estos milicianos llegaron hasta a tomar el capitolio estatal. Trump no los ha condenado, y sus ataques a Whitmer continúan.

Sus comentarios negativos sobre el Dr. Anthony Fauci han desatado un diluvio de amenazas, lo que ha obligado al científico a usar guardaespaldas. Esta misma semana, Trump le llamó "un idiota". Es más idiota Trump, porque Fauci tiene la aprobación de 84 por ciento de los estadounidenses.

A partir de las 7:30 de la noche, los esperamos en EL FINANCIERO Bloomberg con la cobertura especial del debate. Estaremos Enrique Quintana, Leonardo Kourchenko, Guido Lara, Rafael Fernández de Castro, Ana María Salazar, y yo. Ahí nos veremos.

COLUMNAS ANTERIORES

Prigozhin
El juicio

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.