Jorge Berry

El Informe Mueller

Jorge Berry detalla el informe de Robert Mueller sobre la interferencia rusa en la elección presidencial de 2016.

El fiscal carnal de Donald Trump, presidente de Estados Unidos, no lo defraudó. William Barr, nuevo fiscal general de EU, y responsable del informe de Robert Mueller sobre la interferencia rusa en la elección presidencial de 2016, hizo lo que pudo.

En este espacio describí cómo, desde que recibió el documento final, Barr se insertó en el proceso, publicando una carta con sus conclusiones, y exonerando a Trump de cualquier delito. Todavía en la mañana del jueves, y antes de entregar la versión editada del informe al Congreso y a la opinión pública, salió a dar una bizarra conferencia de prensa, reafirmando la inocencia de su jefe. Y digo que fue bizarra, porque horas después, al conocerse el reporte Mueller, los dichos de Barr quedaron claramente desmentidos. ¿Para qué sale a decir cosas que sabe serán señaladas como mentiras? ¿Para comprarle a Trump unos cuantos minutos de narrativa? Trump los aprovechó, reiterando su exoneración total, pero sirvió de poco.

Lo más sorprendente de todo fue que la versión del informe Mueller que se dio a conocer no contenía los tachones y ediciones que muchos esperábamos. El nivel de detalle y de corroboración de los hechos quedó intacto, y acaba pintando un retrato nada halagador del presidente Trump.

El reporte Mueller se divide en dos grandes capítulos. El primero, describe la investigación sobre la interferencia rusa en el proceso electoral de 2016, y explora la posibilidad de una conspiración entre los rusos y la campaña de Trump. Si bien Mueller encontró múltiples contactos entre funcionarios rusos y el equipo de Trump, no pudo configurarlos como delito. Cualquier persona razonable que lea el reporte, pensará que por supuesto que sí hubo acuerdos entre la campaña y los rusos, pero Mueller no cuenta con la evidencia dura para comprobarlo más allá de una duda razonable, que es lo que se requiere para una acusación formal.

El segundo capítulo se refiere a la posible obstrucción de justicia cometida por el presidente Trump. Aquí, después de leer el reporte, es claro que Mueller tenía más que suficiente para presentar cargos contra el presidente. Describe por lo menos 10 episodios que no dejan lugar a dudas, entre ellos, los esfuerzos del presidente por cerrar la investigación.

A pesar de lo anterior, Mueller decide no presentar cargos. Dice que está impedido para ello por la política interna del Departamento de Justicia, que establece que no se puede abrir un proceso penal contra un presidente en funciones. Y aquí viene un párrafo clave. Mueller establece que hay dos formas de llamar a cuentas al presidente: la primera, esperar a que deje el cargo, y entonces iniciar el proceso. Para ello, tendría que perder la elección de 2020, puesto que si se reelige, el delito de obstrucción de justicia prescribe en cinco años, y ya para 2024, no podría ser sujeto a juicio. La otra, es que el Congreso lo someta a juicio político y le revoque el mandato (impeachment).

Platicando con estadounidenses que han leído el reporte, me dicen que quedaron asqueados de ver la forma en que Trump opera. Mentiras, engaños, gritos, nepotismo total, intereses personales, colaboradores indeseables; total, un cochinero. Pero los demócratas, a pesar de todo lo anterior, se muestran indecisos y cautelosos. ¿Por qué?

Todos recuerdan el juicio político a Bill Clinton. Los republicanos estaban seguros de que, de no tumbarlo en el proceso (no pudieron), lo iban a destrozar en las urnas (tampoco). Clinton consiguió victimizarse y volteó a la opinión pública a su favor, a pesar de que se comprobó que cometió un delito, y pagó una multa, además de perder su licencia como abogado por cinco años. Temen que les pase lo mismo.

La estrategia que parece seguirán los demócratas, será continuar con las múltiples investigaciones que hay en curso en los comités de la Cámara de Representantes, y esperar que florezca otro dato que viene en el informe Mueller: Hay, además, 14 investigaciones abiertas, en distintas cortes federales, emanadas de la investigación, y solo se saben detalles de dos. Las otras 12, probablemente tengan que ver con delitos financieros de Trump, su organización y sus familiares, que son pesquisas que estaban fuera del mandato de Mueller.

Los demócratas tendrán paciencia porque tienen la ventaja de la presión bajo la que se sentirá Trump, quien sabe que si pierde, va derecho a la cárcel.

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