Jorge Berry

Matamoros

Lo que no se dice es que Estados Unidos necesita pruebas de que el gobierno mexicano no está en contubernio con el crimen, y eso será difícil.

Hace tiempo que no veía tanta atención de los medios de Estados Unidos sobre México. Bloques enteros de los noticiarios, dedicados a la cobertura de los cuatro ciudadanos de Carolina del Norte que fueron secuestrados en Matamoros, y dos de ellos asesinados.

La versión oficial es verosímil. Puesto que eran afroamericanos, fueron confundidos por elementos del Cártel del Golfo con haitianos, que resultan competencia en el tráfico y venta de droga en esa plaza. Pronto se dieron cuenta de su error, pero ya habían matado a dos. Los cuatro fueron encontrados en una supuesta casa de seguridad, cuyo cuidador es el único detenido.

El daño a la imagen de México es mayúsculo. Hay escenas del levantón, y los conductores estadounidenses señalan la absoluta calma y tranquilidad con la que operan los sicarios. El secuestro fue a plena luz del día, en una avenida transitada. Detuvieron el auto de las víctimas después de dispararles, y sin ningún rastro de prisa o preocupación por que fueran a llegar autoridades a detenerlos, subieron a los cuatro a una pick up, y se fueron del lugar.

En una entrevista en MSNBC, el general Barry McAffrey, exzar antidrogas de la administración del presidente Obama, dijo que, en lo personal, no viajaría a México. Dijo que es tan inseguro como partes de Afganistán e Irak. Diez millones de estadounidenses vienen a México cada año, provocando una derrama económica vital para nuestro país, y estas cosas los ahuyentan.

Mucho se ha comentado sobre la iniciativa que presentó el congresista por Texas Dan Crenshaw, quien propone designar a los cárteles como organizaciones terroristas. Según la legislación estadounidense, esto autorizaría a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos a perseguir y detener a los traficantes en cualquier parte del mundo, sin permiso del país anfitrión. El propio general McAffrey consideró esta medida como una locura, pero propuso otras. Dijo que Estados Unidos tiene la capacidad de exigir una cooperación más estrecha de México para detener el flujo de fentanilo a Estados Unidos, pero también el tráfico de armas que viene de allá para acá. Si no encuentran una respuesta positiva inmediata, podrían considerar cerrar la frontera.

De manera unánime, la prensa en Estados Unidos condena el famoso “abrazos, no balazos” como una absoluta tontería. Señalan que gran parte de las zonas rurales en México son controladas por el crimen. El legislador Crenshaw, en sus tuits, le propone al presidente López Obrador que sea su socio y no su enemigo, para beneficiar a los intereses no sólo de Estados Unidos, sino también de México, cuyos ciudadanos viven bajo amenazas constantes.

El presidente López Obrador, ahora sí, tendrá que comprometerse con algo más que palabras. Por ahora, Estados Unidos no confía en las autoridades mexicanas, y por ello es muy difícil compartir inteligencia. Lo que no se dice es que Estados Unidos necesita pruebas de que el gobierno mexicano no está en contubernio con el crimen, y eso será difícil. El general McAffrey se quejó de la manera como se manejó la detención y después liberación del general Cienfuegos, porque piensa que entraron ahí consideraciones políticas.

Lo cierto es que este incidente vuelve a poner a México como elemento central en las próximas campañas presidenciales. Los republicanos continuarán clamando por una intervención militar, y los demócratas tratarán de contrarrestar el argumento, y de nuevo, seremos piñata electoral.

No olvidemos que está próxima la visita de la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris. Y el activismo del embajador Ken Salazar se ha agudizado desde la tragedia de Matamoros.

Habrá también que seguir de cerca el impacto que sufrirá la industria turística como resultado de la mala publicidad. A saber.

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