Parteaguas

Una semana en la que cambia el negocio del petróleo

El nombre del nuevo juego es la ‘descarbonización’, la reducción de emisiones y en ese mismo camino la captura de carbono, por ejemplo, en cavernas.

Cuando este siglo daba sus primeros pasos, de lo que se hablaba en esta reunión era del final del petróleo barato.

Los expertos se enfocaban básicamente en descubrir y revelar en dónde estaban las reservas más accesibles de un planeta de humanos que estaban lejos de contemplar los costos ambientales de seguir quemando combustibles fósiles.

En la #CERAWeek se hablaba básicamente de productores y consumidores de crudo.

Pero ayer, en esta reunión anual cumbre de energía que es la semana CERA de la empresa IHS Markit, brilló de nuevo el proyecto NEOM de los árabes: una ciudad nueva, futurista y lineal en medio del desierto, que costará medio billón de dólares y que enseñará a la gente a vivir placenteramente sin coche. La semana pasada expuse aquí sus detalles.

¿Quién presentó esta vez la idea ante líderes petroleros del mundo que hasta hoy viven de vender gasolina? El presidente de Saudi Aramco, su excelencia Yasir Othman Al-Rumayyan.

¿Habrá alguien más interesado que él en promover el consumo de hidrocarburos?

Quienes le escucharon tienen también la ambición de vender petróleo y el afán del líder árabe evidentemente no está en quedar bien ante un público que al menos ayer no estaba conformado precisamente por ambientalistas.

Esta situación expone todo lo que cambia aceleradamente en este inicio de década.

Durante el martes, de lo que más hablaron los expertos en crudo es de cómo cambiar el modo en el cual éste es consumido, porque en ese camino no hay vuelta: la gente los percibe como responsables de un cambio en la vida natural de la Tierra.

El nombre del nuevo juego es la 'descarbonización', la reducción de emisiones y en ese mismo camino la captura de carbono, por ejemplo, en cavernas. Atrapar el 'humo' para evitar que siga contribuyendo al calentamiento del planeta.

¿Vino esa idea de algún personaje que viaja en bicicleta? No, es una estrategia que ya inició Darren Woods en Exxon Mobil, la mayor petrolera estadounidense, que el mes pasado creó una división para comercializar servicios con ese fin, misma que incluye actividades de generación de energía a partir del hidrógeno.

Lo que busca el presidente y director general de la petrolera más grande del mundo es que los gobiernos ayuden a formar un mercado cuya meta se centre, tal cual, en atrapar moléculas de carbono que flotan en el ambiente y hacerlo mediante tecnología.

La percepción es que el calentamiento global muta en tragedia climática, a decir de la nueva secretaria de Energía de Estados Unidos, Jennifer Granhol.

Porque el carbono sigue ahí. El mercado de la gasolina ya no crecerá, pero no se acabará mañana y el mercado de gas natural aumenta a diario con las nuevas plantas que permiten meter gas en barcos para que éste cruce océanos hasta ser quemado en motores de la CFE Altamira, Tamaulipas, por ejemplo, para generar electricidad.

Los directores de empresas petroleras reciben presiones de gobiernos e inversionistas que los obligan a pensar en soluciones y una está en reducir o atrapar las emisiones.

Otra, es cambiar el mercado. Si en un futuro próximo ellos venderán menos gasolina, saben que una salida está en vender más plástico, digamos, para fabricar vehículos eléctricos.

Más que en refinerías, a partir de lo descrito ayer por Bob Patel, de LyondellBasell con base en Países Bajos, la oportunidad está en la petroquímica, en la cadena de valor del petróleo para que éste derive entre otras cosas, en carrocerías, sí, pero también en recubrimientos de cables en un presente evidentemente más eléctrico que petrolero.

De paso, el camino a la electrificación genera el crecimiento de otros negocios de commodities que parecían dormidos. Los de Trafigura, con base en Singapur, ponen ahora al mercado del cobre. Este metal aumentó su precio 60 por ciento en este año.

Esta vez, en la conocida #CERAWeek parece hablarse menos de petróleo barato. Ése, como se supo más tarde, sí existía en reservas de lutitas de Texas.

El autor es director general de Proyectos Especiales y Ediciones Regionales de El Financiero

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