Parteaguas

“(Twitter) está a punto de dejar de ser un espacio útil”

¿Twitter mejora o empeora? Es una pregunta relevante para sus accionistas, usuarios y patrocinadores; al final, Twitter es una empresa.

La realidad inicial de Twitter fue tal vez la del compendio de chistes cortos y ocurrencias.

Ayer reventó en México con la crónica pulverizada del arribo del expresidente boliviano Evo Morales que dividió a México en una seria contienda verbal.

¿Twitter mejora o empeora? Es una pregunta relevante para sus accionistas, usuarios y patrocinadores. Al final, Twitter es una empresa.

Esta red social pasó de Justin @shitmydadsays que coleccionaba hace 10 años frases auténticas e irrelevantes de su padre: "Luces como Stephen Hawking… tranquilo, quise decir como una versión no paralizada de él. ¿Mejor? Bien… olvida que lo dije"....

De ahí llegamos al denso diagnóstico de esta semana de la periodista Ana Francisca Vega @anafvega: "Twitter hace mucho que dejó de ser un espacio disfrutable y está a punto de dejar de ser un espacio útil". ¿Tiene razón?

De ser así, la democracia tendrá otro obstáculo. Esta red no recibe publicidad de campañas políticas, lo que resulta relevante ante la necesidad inminente para los estadounidenses de informarse antes de la elección presidencial de 2020 en la que Donald Trump intentará reelegirse, si supera el proceso de impeachment que comienza hoy.

La decisión de prohibir en este medio la publicidad política la comunicó al final de octubre el estadounidense Jack Dorsey, director de Twitter, quien este mes cumplirá 43 años.

Argumentó que los anuncios políticos manipulados y la difusión viral de información engañosa, presentaban desafíos para el civismo ciudadano.

"Todo a una velocidad, sofisticación y escala abrumadoras cada vez mayores", destacó Dorsey.

La publicación financiera The Motley Fool menospreció el impacto financiero que la decisión puede tener para Twitter, considerando que el año pasado en el que ocurrieron elecciones locales en el país vecino, la empresa apenas recibió 3 millones de dólares en anuncios políticos dentro de un ingreso total por 2 mil 600 millones de dólares.

De cualquier modo, las acciones de Twitter perdieron una cuarta parte de su valor en los días posteriores a la decisión de la compañía.

Sin embargo, la estrategia aumenta la presión sobre Facebook, en donde su líder Mark Zuckerberg no atina a explicar qué tipo de anuncios podrían ser prohibidos, pese a que también en el caso de esa empresa, las ventas por campañas políticas también representan una parte marginal del ingreso total.

Algunos analistas comienzan a ver la caída en el precio de las acciones de Twitter como una oportunidad de compra a bajo precio.

Twitter ya no es la empresa en la que la gente se acostumbró a mostrar números en rojo y a ver el precio de sus acciones en el piso. Finalmente consiguió la rentabilidad que buscó por años por la vía de la publicidad.

De acuerdo con datos recopilados por Bloomberg, su margen de utilidad bruta antes del pago de deudas y de impuestos (EBITDA) sube aceleradamente desde un 5.4 por ciento en 2016, al 28.7 por ciento de sus ingresos con el que cerró en 2018. El pronóstico de Bloomberg es que pueda cerrar bien por arriba de 29 por ciento en 2019.

Esa mejora le reportó utilidades netas por primera vez en 2018 por un total de 519 millones de dólares.

Visto el largo plazo, sus acciones que en 2017 llegaron a cotizar debajo de 15 dólares, ayer podían comprarse en 29 dólares.

Hay que ver si la prohibición de anuncios políticos ayuda a Twitter a mejorar su percepción ante un público que busque información más confiable. También habrá que confirmar si la decisión aplicará permanentemente y en todo el mundo, considerando que acá en México, Morena buscará consolidarse como la única fuerza política en el país, ante el pasmo de otros partidos políticos que parecen carecer de rumbo... y que tendrían dificultades para hacer trampa, al menos por esta vía.

COLUMNAS ANTERIORES

La energía de Claudia
¿La Comer se ‘come’ a Soriana?

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.