Parteaguas

¿Seguros de que nada puede acabar con el diésel?

Si el uso de un automóvil Leaf, un Volt o un Tesla es la ruta, la secretaria de Energía, Rocío Nahle, mostró un posible mapa: esta semana admitió su simpatía por la energía nuclear.

Los de mi casa decidieron no ir hoy a la escuela. No hay nada de 'junta de consejo' ni cosa parecida, simplemente los niños mexicanos como los del resto del mundo fueron convocados por la adolescente activista sueca Greta Thunberg para hacer hoy una huelga en ánimo de defender una demanda: paren ya de llenar de carbono el planeta.

Los que gobiernan no son ellos sino los nacidos el siglo pasado y para ese grupo es imposible concebir un mundo en el que de pronto el Metrobus carezca de diésel. Eso pararía el ejército 'godín' y con ello, bancos, restaurantes, gobierno… la economía.

¿Y si hubiesen soluciones alternas?

Los vehículos eléctricos sí llegarán de golpe y requerirán de energía generada en buena medida con gas natural. Ahí hay una solución que muchos aún perciben lejana.

Si el uso de un automóvil Leaf, un Volt o un Tesla es la ruta, la secretaria de Energía, Rocío Nahle, mostró un posible mapa: esta semana admitió su simpatía por la energía nuclear durante el Energy Meet Point organizado por El Financiero y Siemens.

Reveló que su equipo prepara propaganda que mostrará la buena vida de quien vive cerca de Laguna Verde, la nucleoeléctrica veracruzana de la CFE. Lo hará en ánimo de cambiar la percepción negativa que prevalece en torno a esta tecnología que ella considera limpia.

En cualquier caso, el gas y la energía nuclear dejan residuos tóxicos para el planeta, aunque ayuden a disminuirlos.

Pero hay otro camino: el que mostró Erik Zindel, director de Sostenibilidad Gas and Power precisamente de la alemana Siemens, cuya labor provoca el nacimiento de esperanzas para calmar la conciencia de una vez por todas.

Si pueden, acerquen a un ingeniero y juntos imaginen esta receta: tomen electricidad producida con la cada vez más económica energía del viento o del sol, úsenla para dividir las moléculas del agua de mar en hidrógeno y oxígeno, todo mediante un proceso de electrólisis. El oxígeno lo botan para bien de sus pulmones.

Guarden el hidrógeno. Con éste hacen una mezcla con carbono que pueden extraer, por ejemplo, del aire que contamina su ciudad. Con eso pueden producir metano sintético —sustituto del gas natural— para generar electricidad.

También fabricarán diésel, turbosina o… gasolina. El carbono que genere su combustión es el mismo que habían extraído antes, por lo que no añaden más a la atmósfera como actualmente ocurre con los derivados del petróleo que agregan incesantemente cantidades que superan la capacidad de absorción de los árboles.

El hidrógeno es una solución factible aunque todavía cara, admite Zindel. Quizás, el doble de costosa que los procesos vigentes de las refinerías.

Sucede que ustedes no han visto todo el negocio. Si bien pueden ser caros, gobiernos de países más desarrollados económicamente —orillados por sus electores— obligan legalmente a las empresas a comprarlos como sustituto para 'descarbonizar' el ambiente. Compañías de Alemania o de estados vecinos de México como California pueden ser clientes de la producción de combustibles sintéticos y esa demanda, de acuerdo con Siemens crece rápidamente. Erik Zindel dice que en Chile ya está en construcción un gran proyecto de este tipo.

Si por el momento los combustibles sintéticos no son su opción, ya está ahí el hidrógeno sin mezclar para usar como sustituto directo del gas natural en la producción de electricidad, lo que requiere solamente de cambios de piezas en las centrales de ciclo combinado para tolerar su combustión acelerada e impedir que ésta funda la planta. ¿Qué saldrá de esa generadora además de electricidad? Agua.

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