Parteaguas

¿Qué están haciendo los bancos mientras ‘la libran’?

Varios de ellos son emprendedores, probablemente son ustedes, que pueden ser blanco de una aparente cacería de 'start ups' en la que los tiros proceden desde distintos frentes.

En 2009 hubo una explosión que hizo correr a Agustín Carstens.

Lo vi cargando incómodamente unos documentos en papel mientras el entonces secretario de Hacienda se deslizaba con sorprendente agilidad entre grupos que dialogaban en los pasillos del interior del Centro de Congresos de Davos. Carstens buscaba a funcionarios del FMI y del Banco Mundial.

Semanas antes había estallado la Gran Recesión iniciada por la chispa de la quiebra de Lehman Brothers ocurrida en días durante los cuales México celebraba el Grito de Independencia.

Durante esa reunión anual del Foro Económico Mundial, el expresidente Ernesto Zedillo lanzó un poderoso mensaje durante su intervención en uno de los paneles: por ningún motivo dejen caer el sector financiero, dijo a líderes internacionales el hombre que vio en primera fila los efectos de eso que llamaron 'tequila crisis'.

Hace unos días, en plena pandemia, el exmandatario repitió más o menos la misma advertencia: "La próxima presa de la crisis podría ser el sistema bancario. Y, si este llegara a fallar, la totalidad de la economía colapsaría irremediablemente".

Pocos reflexionan en eso: aún en medio de esta tormenta, a diferencia de 2009 o de 1995, el sector financiero opera casi como en días de lo que alguna vez llamamos 'normalidad'. Eso es indispensable para que todos puedan pagarse entre sí. Lo otro es el caos.

¿Quién se beneficia de esta calma relativa? Sus clientes y sus accionistas, claro, pero hay otros beneficiarios menos visibles:

Quienes consiguen tratos o venden negocios de tecnología que urge a dueños de bancos o a los de Sociedades Financieras de Objeto Múltiple (Sofom).

Varios de ellos son emprendedores, probablemente son ustedes, que pueden ser blanco de una aparente cacería de start ups en la que los tiros proceden desde distintos frentes.

Oyster atiende al ejército de freelancers que arrojó la incertidumbre económica:

"La tecnología te permite llevar tu trabajo a donde sea. ¿Por qué tu banco no puede ir contigo? Oyster es la cuenta móvil que te ayuda a organizar tus gastos e ingresos, pagar en línea y transferir fondos 24/7", ofrece en su sitio web la compañía que se define como un 'neobanco' para pequeñas empresas.

Ellos se enfocan, por ejemplo, en evitar el tedio que significa para una empresa que inicia, abrir una cuenta en el banco. Mediante la figura de Sociedad por Acciones Simplificada, prometen que el negocio pueda hacer su primer cobro en un plazo de 72 horas y no en semanas o meses.

Esta start up nacional fue fundada por Vilash Poovala, un graduado de la Universidad de Madras, en India, y por Gabriel León, un ingeniero por La Salle, ambos coincidieron la década pasada en Clip, la compañía que hizo posible pagar con tarjeta mediante cualquier smartphone, usando sus conocidos dispositivos color naranja.

Oyster divulgó que el mes pasado habría recibido 14 millones de dólares como capitalización para crecer rápidamente en México. El dinero procede principalmente de un fondo brasileño llamado Monashees, de Brasil, y de SV Latam Capital, en San Francisco, California.

La firma de consultoría Rión da cuenta de otro trato entre Propel Ventures Partners –un fondo de capital de riesgo cuya propiedad atribuye a BBVA– y Tierra, otra start up mexicana especializada en inteligencia artificial enfocada en seguridad informática.

De acuerdo con Rión –compañía especializada en fusiones y compras de empresas– incluso este complicado año arrojó hasta el momento 22 transacciones que involucran a empresas tecnológicas. En septiembre, de 10 tratos, cuatro tuvieron que ver con este sector, particularmente en la actividad de financieras tecnológicas o fintech.

El mes pasado, Gentera, el grupo especializado en microcréditos, pagó 23 millones de dólares para quedarse con el control de Concrédito. También en agosto, BBVA a través de su filial Openpay compró lo que le faltaba de Flap México, una empresa de comercio electrónico, pagos y cobros que estaba en manos de Telefónica México.

Quien no brinque al avión de tecnología este año, que espere sentado otra oportunidad.

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