Queremos ir a 'la isla'. En Monterrey no es necesario añadir más para entender a dónde planea el individuo en cuestión viajar durante este spring break de días santos.
Así de cercana es la relación de los regios con Estados Unidos, una nación en la que en estos días por instrucción del gobernador de Texas, Greg Abbott, pueden reabrir los negocios en todo su estado, incluyendo la Isla del Padre, muy cerca de Brownsville y de Matamoros, en donde muchos connacionales que habitan la Sultana del Norte han comprado inmuebles.
Texas y Nuevo León se desvincularon económicamente en meses recientes, pero la ayuda hacia el sur parece estar en camino por la vía indirecta de un cheque gigante por 1.9 billones de dólares (1.9 millones de millones de dólares) que el presidente Joe Biden consiguió en préstamos para detonar la economía de su país.
Los texanos enfrentaron como todos un mal año en el que su economía cayó 5.5 por ciento, pero para los habitantes de Nuevo León, el golpe fue de un todavía más duro 8 por ciento, en concordancia con una economía mexicana que a nivel nacional se desplomó 8.5 por ciento en 2020.
El impacto fue brutal. Las cifras más recientes disponibles del Inegi muestran que la actividad económica y el dinero en manos de gente de ese estado estaba hasta octubre en niveles de 2016. Es atípico para una entidad que incluso en 2009 tuvo herramientas para salir en cuestión de seis meses del punto crítico de la Gran Recesión iniciada por quiebras como la de Lehman Brothers, en Wall Street.
Sus principales personajes pueden narrar el golpe en carne propia.
Adrián Sada Cueva es el presidente saliente de la cámara de la industria de Nuevo León, la Caintra. También dirige Grupo Vitro, que vende buena parte de las ventanillas a la alicaída industria automotriz.
El presidente entrante, Rodrigo Fernández Martínez, dirige Sigma, la productora de salchichas Fud y yogur Yoplait que tuvo un buen 2020, pero pertenece al gigante de la manufactura Grupo Alfa que en su conjunto cuenta una historia diferente.
Ambos, Vitro y Alfa, perdieron más de la mitad de su valor durante los últimos cinco años.
Desde el lado mexicano no hay ayuda, incluso más bien lastres. El más reciente consistió en cambios legales para la industria eléctrica federal, que comprometen la situación de contratos que empresas regiomontanas firmaron en el pasado para conseguir energía eficiente y barata.
Desde el norte, el mensaje difícilmente podría ser más distinto.
Antes de que acabe el mes, todos los estadounidenses recibirán en sus casas un cheque por mil 400 dólares (unos 30 mil pesos) proveniente de un plan de reactivación económica basado en créditos para el gobierno de ese país, que fue aprobado este fin de semana por los legisladores de esa nación.
Mucho de ese dinero acabará en productos de Lego, Lenovo, KIA, Siemens… compañías que tienen plantas de manufactura en Nuevo León, desde donde atienden a los norteamericanos con el suministro de proveedores locales.
En eso se irá una parte de la friolera de los referidos 1.9 billones de dólares que repartirá a partir de este año el gobierno del país vecino.
Otro tanto será invertido en fierros. En enormes fierros y concreto que deben darle la vuelta a la infraestructura estadounidense, mucha de la cual es ya tan vieja que data de los días en que fue construido Disneyland, en California.
He explicado aquí que renovarla es mandato directo de los empresarios de la enorme Cámara de Comercio de Estados Unidos que apoyaron la campaña política ganadora de los demócratas.
"Estamos en el puesto 38 del mundo en términos de infraestructura, desde canales hasta carreteras y aeropuertos", dijo Biden el mes pasado y añadió que Estados Unidos debe hacer "todo lo que podamos hacer ... para ser competitivos en el siglo XXI".
Ese propósito debe traducirse en ventas para Ternium, Deacero, Cemex y por supuesto… en ventanas para edificios hechas por Vitro. Al menos para los regios, la ayuda parece estar ya en camino.
El autor es director general de Proyectos Especiales y Ediciones Regionales de El Financiero.