Parteaguas

Ojalá que no, señor presidente II

Hay proyectos que podrían ser una alternativa para detener el daño que hacemos al medioambiente y con ello converger en lo que el presidente dijo la semana pasada: crecer sin afectar nuestro entorno.

El mercadólogo Sebastián Sajoux debió deprimirse alguna vez al ver la condición del río en la entrada del pintoresco barrio de La Boca. Como en las de algunos arroyos y embalses en México, en las de esas aguas bonaerenses puede flotar más plástico que plantas.

Quizás eso le motivó a trabajar en Arqlite, la empresa argentina que él encabeza y que podría cambiar su destino y el del mar a partir de lo que ocurra pronto en México, en San Pedro Garza García, Nuevo León.

Ahí, Gonzalo Galindo, director de Ventures, en Cemex, analiza lo siguiente: la posibilidad de invertir capital de esta cementera global en Arqlite para crear nuevos materiales y evitar la contaminación, al mismo tiempo.

De concretarse la estrategia, esta startup sudamericana motivará la ambición humana de recoger cada pedazo de plástico que hoy tira al piso o al mar. Es relevante que la gente podría hacerlo por un interés adicional al ambiental: recoger el plástico de la calle podrá significar algo de dinero a cambio.

Es el tipo de ambición que conviene para detener el daño masivo que hacemos al ambiente y con ello converger en lo que Andrés Manuel López Obrador dijo la semana pasada: la necesidad de crecer sin dañar más el ecosistema. Efectivamente, ojalá que no lo afectemos más, presidente.

La tecnología de Arqlite promete reciclar cualquier pedazo de plástico, de cualquier tipo, y transformarlo en la 'grava' necesaria para mezclar con agua y cemento y convertir todo en concreto para la construcción… pero con una condición atípica: que sería concreto ligero. Piensen en edificios menos pesados y en el ahorro de acero y dinero que eso significa.

La empresa de Sajoux está entre los 10 ganadores del Construction Startup Competition organizado por Cemex para convocar startups innovadoras en actividades de construcción —'Contech' denominaron el propósito— para invertir en éstas. Las otras nueve tampoco son mexicanas, desafortunadamente. Acá urge motivar la educación y el flujo de información entre estudiantes y emprendedores maduros.

Este planeta será muy distinto en 10 años, como lo es hoy respecto a 2009. Los cambios vendrán de la gente que comparte conocimientos como nunca antes y genera riqueza hoy en las naciones sin hacer necesariamente enormes inversiones en infraestructura que el siglo pasado consideraron indispensable para desarrollar la economía en detrimento de la ecología.

Sí requieren todos ellos de conectividad como la que persigue el presidente AMLO al usar la red eléctrica y de fibra óptica de la CFE para dar internet a todos a través de la empresa que anunció el viernes: CFE Telecomunicaciones e Internet para Todos.

Inexplicablemente —tal vez para no incomodar el negocio a alguien— ni Vicente Fox, ni Felipe Calderón, ni Enrique Peña Nieto se lanzaron por ese proyecto que en muchos sentidos está listo desde hace años.

La conectividad es útil, pero es el medio, no es el fin. El fin es aprovechar la información que puede obtenerse en internet y encontrar soluciones para un mundo en problemas. Luego, cobrar lo justo por ello.

¿Innovar en qué? Va otro ejemplo: Uno de los emprendedores más famosos del mundo, Richard Branson, líder de Virgin, ya puso el ojo en una tecnología que a su juicio lleva décadas sin cambios y que está controlada por unas cuantas empresas: el aire acondicionado.

El calentamiento global demandará mejores aparatos que usen menos energía eléctrica para enfriar ambientes.

Branson va por startups que brinden soluciones en ese sentido. Pueden venir de todas partes, de México por ejemplo. Esperemos que esta vez, sí.

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