Parteaguas

México necesita camiones de comida

Mexicanos que le dieron la vuelta rápidamente al cierre de negocios por el coronavirus. Estos ejemplos de innovación deben contagiar a los distribuidores mayoristas.

La gente puede ser más creativa en estos días de pandemia. En el sector alimenticio, los primeros golpeados por el Covid-19 fueron los restauranteros y distribuidores locales de alimentos. Van dos casos de mexicanos que le dieron la vuelta rápidamente al problema.

Uno surgió en Canadá. La negativa inicial del gobierno de ese país para recibir paisanos trabajadores del campo para evitar contagios, disparó dos problemas.

Uno, para propietarios de ganado y siembras de esa nación que se quedarían sin gente para las cosechas que alimentarán a los canadienses, hoy encerrados.

Otro, para Olga Malanco, quien fundó hace unos años Latin Core Inc., una distribuidora de comida mexicana establecida hace tiempo, que vende justamente a quienes proceden de este país que desayuna frijol con huevo.

En un ánimo de subsistencia pura, el país gobernado por el liberal Justin Trudeau cedió y el 9 de abril llegó el primer grupo de connacionales que se las arreglan con el trabajo duro del campo en aquel país.

Hubo una condición: que los mexicanos no salgan del rancho durante 15 días desde su llegada ni para comprar salsa picante, porque de lo contrario, el patrón habrá de pagar multas que alcanzan el millón de dólares.

Ahí brilló una oportunidad para Malanco, habitante de Toronto que aprovechó la coyuntura para crear un sistema logístico inocuo que lleva grandes paquetes de alimentos a propietarios de esas instalaciones que quieren evitar la salida de sus empleados.

Bajo pedido, obtiene desde tortillas frescas hasta picante proveniente de ciudades como Chicago, por ejemplo, para dejarlos en la puerta de esos centros de trabajo a cambio de un pago digitalizado.

Su clientela hoy suma unas nueve mil bocas que son alimentadas a diario y el potencial alcanza 27 mil empleados mediante el Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales (PTAT), coordinado por la Secretaría de Relaciones Exteriores.

Otro caso ejemplar ocurre en la paralizada península de Yucatán, que enfrenta el cierre de hoteles y restaurantes por la contingencia actual, obstáculo que ha motivado el movimiento "No cuelgues el mandil", entre cocineros regionales.

En Mérida, la chef mexicoestadounidense, Regina Escalante Busch, recién había estrenado su segundo establecimiento bajo la marca Merci Homemade Food, cuando llegó la fase 2 de la pandemia.

Ante el mandato que la obligó a cerrar su negocio temporalmente, se enfocó en promover un sistema de logística que une a productores de hortalizas locales con consumidores en casas y departamentos de la ciudad, con una pequeña adición: ella transmite en línea el paso a paso de las recetas para aprovechar el envío una vez que ha llegado a casa.

Llamó este proyecto 'Casa de campo', una iniciativa para apoyar el consumo directo a productores.

Paralelamente, vendedores de productos orgánicos certificados bajo el sistema del slow food en Mérida, establecieron por primera vez un sistema de venta a domicilio de su mercado semanal del centro de la ciudad y un nuevo sistema de pago en línea para evitar el contacto con la gente.

Estos ejemplos de innovación deben contagiar rápidamente a los distribuidores mayoristas ante la amenaza de que el Covid-19 empiece a reducir el número de choferes disponibles y el crimen aproveche la crisis para robar productos.

Ocurre en ocasiones que lo obvio puede convertirse en noticia. México necesita camiones de comida. Ayer inicié y mañana cerraré este capítulo de tres escritos que tratan de arrojar luz sobre el riesgo de impactar el abasto de comida en México.

Fe de erratas: Ayer cité a Jacobo Cabrera como vicepresidente del CNA, cargo que ya no está vigente.

Él sigue siendo presidente del Consejo Agropecuario de Jalisco.

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