Parteaguas

Bimbo prepara miles de camiones eléctricos

La compañía global de origen mexicano debe tener en las calles cuatro mil de estos vehículos antes de que termine el lustro.

Si pusieron atención, ya notaron la presencia de pequeños camiones de reparto de pan Bimbo que no hacen ruido. En total tienen 500 en circulación.

Eso es el pasado. Lo que viene es la muestra del músculo que ya adquirieron: 17 nuevos camiones por semana de aquí al 2024, que una vez en la calle deben alimentarse con electricidad generada por fuentes limpias, porque si no, no tiene caso, dice Irene Espinola. Ella es directora global de energía renovable del grupo que dirige Daniel Servitje, y anticipa que la compañía global de origen mexicano debe tener en las calles 4 mil de estos vehículos antes de que termine el lustro.

Lo dijo ayer en un encuentro virtual cuya agenda anticipé aquí desde la semana pasada https://bit.ly/39c4saf.

Ya es de llamar la atención que esta productora de pan desde hace tiempo fabrique y distribuya vehículos de reparto eléctricos, pero hay que fijarse en los detalles para entender todo lo que mete Bimbo en una bolsa de donas.

Amén de la harina, el azúcar y el empaque, la empresa vende la energía necesaria para producirlas y transportarlas en esos carritos, por ejemplo. Al respecto, Espinola dio detalles interesantes ayer.

Hasta hace poco, lo más innovador consistía en financiar durante décadas un proyecto de energía solar por aquí y otro de eólica por allá, para reducir la dependencia de electricidad producida con la quema de diésel, carbón o gas. El problema fue que a los cinco años de instalado un parque eólico, esta electricidad ya había bajado de precio por el acelerado avance en su tecnología.

Por eso, a lo que se aproxima esta compañía, como la cervecera AB Inbev, dueña de Grupo Modelo, es a una tarea más sofisticada: cocinar todo el tiempo 'pasteles' de la electricidad renovable requerida por la empresa en ánimo ya no de compensar, sino de sustituir la quema de fósiles.

Ahora en Bimbo hablan de próximos 'contratos híbridos' temporales a cuatro o cinco años, respaldados por filas de paneles solares y turbinas eólicas, pero también en el almacenamiento necesario para las horas de ausencia de sol y viento. Esa acumulación de energía puede ocurrir en baterías industriales que todavía tienen un alto precio, o en sistemas hidroeléctricos que guarden 'energía' en forma de agua cuya corriente puede liberarse como sea necesario.

Del otro lado existen compañías como la centenaria Votorantim, basada en Brasil, interesadas en involucrarse en la oferta de esos contratos, financiando toda la infraestructura, por ejemplo.

El cuello de botella está en los sistemas de transmisión, representadas por esas torres que cualquiera puede ver en carreteras o ciudades que cargan largos cables.

En la mayoría de los casos son controlados por los gobiernos de los países, que al ver amenazada su influencia, imponen obstáculos a los proyectos de energías renovables.

En Brasil, por ejemplo, un proyecto híbrido paga cargos duplicados por la transmisión de electricidad hasta la empresa que la consume, si ésta procede de una infraestructura que combine generación eólica y fotovoltaica, aunque estén una al lado de la otra, solamente por ser tecnologías diferentes.

¿La respuesta de los empresarios? Buscar empresas 'hermanas' explicó Espinola, de Bimbo, que en conjunto aumenten la demanda.

Con ello es posible que reduzcan su dependencia de factores externos, como una red de transmisión pública de electricidad, si justifican la generación en el mismo sitio de consumo; también, contratos grandes de corto plazo que les permitan una mayor flexibilidad en su consumo de 'luz'.

En cualquier caso, los vehículos eléctricos llegaron para quedarse, dijo Espinola, una versión que puede ser avalada por el hecho de que Elon Musk, fundador de la productora de coches eléctricos Tesla, rebasó a Bill Gates entre las personas más ricas del mundo.

Una razón está en la conciencia ambiental, pero también en un amago: la posibilidad real de que algunos gobiernos empiecen a incluir en sus impuestos lo que cuesta pagar el tratamiento de enfermos cuyo padecimiento se debe a que las empresas no cuidaron de dónde viene su energía. Bimbo, expuesta a regulaciones de varios países, se prepara.

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