Parteaguas

AMLO lleva a Tabasco a niveles asiáticos de crecimiento

Los tabasqueños encabezan las tasas de crecimiento nacional, impulsados por una actividad petrolera inflada a punta de cañonazos de dinero de los contribuyentes.

Tal vez a ustedes no les guste la lógica económica del presidente Andrés Manuel López Obrador, pero lo que pasa estos días en el sureste nacional puede ilustrar muy bien su razonamiento.

Bastó un proyecto de Pemex, la nueva refinería, para que su estado natal se convirtiera en el que más crece en México. Adiós, Nuevo León; será en otra ocasión, Chihuahua.

Hoy quienes encabezan las tasas de crecimiento nacional son los tabasqueños y sus vecinos, influidos por una actividad petrolera inflada a punta de cañonazos provenientes de ustedes, gentiles contribuyentes.

El Inegi reveló ayer que la economía de Tabasco creció 7.7 por ciento y se ubicó al frente de una lista de siete estados que fueron los únicos, entre 32 entidades, en mostrar crecimiento económico durante un año contado hasta marzo. Al menos hasta ese momento, el ritmo de crecimiento económico de ese edén tropical se comparaba con el de países del sureste… asiático.

Atención, es la historia previa a la pandemia cuyo inherente encierro inició en abril.

El resto de las entidades nacionales están en una franca recesión en la que destaca el desplome de Coahuila, de -6.8 por ciento. ¿La Ciudad de México? Cayó uno por ciento.

Los estados abandonados por el desdén hacia Pemex de la administración de Enrique Peña Nieto son ahora los reyes del baile.

Campeche pudo detener este año la debacle que provocó la caída de su economía a la mitad del tamaño que tuvo en 2008. Inclusive Veracruz mostró una ruta optimista al inicio de la primavera 2020.

¿Qué pasa aquí? Que en un lado detuvieron la inversión y del otro, la echaron a andar.

La inversión fija como la hecha en edificios, fábricas y máquinas que prevalecen en el norte del país, se paró después de 2016 como consecuencia de la incertidumbre provocada por la retórica nacionalista de un presidente Donald Trump, quien desde su campaña puso en duda la certidumbre de las apuestas en México, cuando amenazó con tirar el antiguo TLCAN, ese tratado comercial que brindó una fiesta en todo el norte del país, desde 1994.

Influyó también la llegada de López Obrador, cuyo equipo detuvo grandes inversiones en un aeropuerto y en el sector energético, amén de la jefa de Gobierno en la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, quien a su llegada pausó todas las obras de construcción en la capital. Con razón o sin ella, el mensaje motivó cautela, miedo y parálisis.

Éste fue mostrado principalmente por empresarios nacionales que dejaron de invertir.

Se sumó la indolencia del gobierno que desde hace cuatro años –en la era de Peña– inexplicablemente redujo las inversiones estatales, lo que sigue igual con el nuevo régimen, salvo por algunas hechas en el sur y particularmente a través de Pemex:

"Al 30 de junio de 2020 se ejercieron 139 mil millones de pesos (6.4 mil millones de dólares) en actividades de inversión, lo que representa 41.9 por ciento de la inversión establecida en el Presupuesto autorizado para 2020", reveló la petrolera esta semana en su reporte trimestral.

Hay algunas excepciones, pero ese capital es derramado en el rezagado sur de México, y en Tabasco abre plazas laborales a un ritmo de 93 por día:

"La secretaria de Energía, Rocío Nahle García, presentó los avances a un año de iniciar los trabajos de construcción de la nueva refinería de Dos Bocas", comunicó la Sener en junio. "Este proyecto ha generado en total 34 mil 42 empleos directos e indirectos".

Veamos, entre los perdedores el caso del otrora pujante Nuevo León que enfrenta una recesión desde el último trimestre de 2019 y cuyas simbólicas empresas Vitro, a cargo de Adrián Sada; Alfa, de Armando Garza Sada y Cemex, de Rogelio Zambrano, enfrentan caídas de hasta 70 por ciento en el valor de sus acciones desde hace cuatro años.

Si un joven de Macuspana recorriera este 2020 la región vecina de su tierra, pensaría que la única forma de generar prosperidad es invirtiendo en Pemex.

El problema está en que hoy ya no hay un Cantarell, por eso Pemex ya no es gigante y Tabasco, desafortunadamente, está aún lejos del pesado Nuevo León en la economía.

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