Parteaguas

Vienen los autos voladores

La Administración Federal de Aviación de Estados Unidos publicó sus normas finales para los vehículos eléctricos de despegue y aterrizaje vertical, más conocidos como taxis aéreos.

Hace una semana vi en un solo salón, 10 prototipos de coches voladores. Uno de ellos era de Cadillac, un precioso aparato útil para cargar una sola persona, diseñado en parte por un mexicano. Uno más de Nissan y algunos más de empresas chinas.

Admito que cuando los vi en Dubái, durante la enorme feria global de tecnología GITEX, me parecieron una buena propuesta para… algún día. No mucho más que un propósito interesante. Me pasó de noche lo ocurrido unos días después, este martes:

La Administración Federal de Aviación (FAA) de los Estados Unidos publicó finalmente sus normas finales para los vehículos eléctricos de despegue y aterrizaje verticales (eVTOL, en inglés), más conocidos como taxis aéreos.

El suceso despeja las azoteas para una nueva categoría de transporte multimillonaria. Abre además un nuevo negocio para proveedores.

Esta es la primera vez que la FAA aprueba un nuevo tipo de aeronave desde 1940, cuando dio la bienvenida al helicóptero.

Ahora pueden cobrar sentido las inversiones de millones de dólares en Joby y Archer Aviation por parte de las bien conocidas Toyota y Stellantis, respectivamente. Ambas apostaron a estas empresas de reciente creación que modelan un futuro de transporte urbano aéreo.

La noticia llega, además, en un momento clave.

Ayer expliqué en este mismo espacio que el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) comunicó que hay entre 5 y 19 millones de toneladas de reservas de litio debajo del sudoeste de Arkansas, mismas que podrían convertir a ese país en la nación con las mayores reservas de ese mineral, en el mundo. Por si les hacía falta alguna fuente de prosperidad.

Esos recursos facilitarán a las empresas del país vecino el acceso a materias primas indispensables para programar un próximo futuro de vehículos eléctricos, terrestres o voladores.

Además, esos recursos bajan cada vez más de precio. Solo durante los últimos seis meses, el precio del litio en el mundo se redujo 27 por ciento y 57 por ciento en un año, de acuerdo con Bloomberg.

No es el único factor que coincide con una posible aceleración en la llegada de nuevos medios de transporte en el mundo.

El 5 de noviembre, los estadounidenses definirán quién será su nuevo presidente. De tratarse de Donald Trump, un personaje adicional tendrá nueva fuerza en la Casa Blanca: Elon Musk podría convertirse en el zar antirregulación en esa nación.

El candidato republicano se lo ha prometido y a cambio ha recibido apoyo moral y económico por parte del magnate estadounidense nacido en Sudáfrica, líder también de Tesla.

De acuerdo con la biografía de Musk escrita por Walter Isaacson, los reguladores se han convertido en un estorbo para los planes futuristas e interplanetarios del multimillonario.

Su propósito es llegar al gobierno del país vecino justamente a quitar barreras regulatorias, lo que facilitaría la llegada de vehículos autónomos y probablemente enfatizaría el avance de vehículos voladores.

La combinación de elementos permite pronosticar un futuro cercano de movilidad eléctrica por cielo, mar y tierra, en el que debe participar México, un país experto en cadenas de suministro bien establecidas para la manufactura de vehículos.

Convendría que el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum se enfoque en cuidar los elementos que podrían entorpecer una oportunidad de detonar una industria regional vinculada con esta revolución.

La situación de caos en la que viven los habitantes de Guanajuato, en la médula de un sistema nacional de manufactura automotriz, debe resolverse de inmediato y la autoridad necesita mandar señales de tener el control de la seguridad en esa y otras zonas del país que manifiestan deterioro social.

De conseguirlo, México estará en una oportunidad para dar un salto importante en la economía mundial. Eso, diga lo que diga Donald Trump, quien se apoya en una retórica nacionalista, pero no ignora la conexión que existe entre su país y México para vender cosas al mundo.

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