Parteaguas

Rematan pedacitos de Texas por 100 mil pesos

Crece el número de inversionistas estadounidenses y extranjeros que están comprando tierra en remotos lugares del país vecino.

Son 10 ‘acres’ que valen 6 mil dólares, o bien cuatro hectáreas por unos 100 mil pesos que están ‘en medio de la nada’, o de lo que consideramos hoy ‘en medio de la nada’ y que en el futuro podría valer mucho más, por ayudarnos con un gran problema.

Esta devaluada propiedad forma parte del potencial negocio de salvarle el pellejo a la humanidad.

El terreno en cuestión se ubica en Sierra Blanca, Texas, a una hora de El Paso hacia el Oriente y hay varios lotes cercanos que están en venta por precios similares.

En este pueblo cerraron la mayoría de los locales durante la pandemia, hay un par de gasolineras y al menos un hotel que parece decente. También hay arena, un montón, a diferencia de lo que sucede con su decreciente población de mil 900 personas.

Sus viejos locales comerciales resultan una locación ideal para filmar una película de vaqueros posmodernista.

Sucede que crece el número de inversionistas estadounidenses y extranjeros que están comprando tierra en remotos lugares del país vecino, están a la espera del día de que todas esas propiedades resulten útiles para producir más comida o medicinas para una población creciente y envejecida.

Tal como los visionarios que invirtieron a tiempo en acciones de empresas de chips o semiconductores hace unos 10 años, estos aventureros toman el riesgo en espera de vender a un precio alto después. Especulación pura, pero que al parecer ofrece resultados positivos, hasta el momento.

El ritmo de adquisiciones de terrenos potencialmente agrícolas por parte de firmas de inversión como Manulife Investment Management y Nuveen se ha acelerado desde hace algunos años, consignó la agencia Reuters al final del año pasado.

Su investigación se basó en entrevistas con gestoras de fondos y un análisis de datos de un organismo llamado Consejo Nacional de Fiduciarios de Inversión Inmobiliaria (NCREIF, en inglés), que reveló que este tipo de inversionistas ya poseen 1.65 millones de acres, casi 670 mil hectáreas.

Aparte, el área bajo propiedad de entidades extranjeras aumentó 64 por ciento a aproximadamente 40.8 millones de acres entre 2010 y 2021 y el valor se duplicó en ese plazo a aproximadamente 72 mil 500 mil millones de dólares, según datos recientes del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA). El total de tierras agrícolas en el país vecino al norte es de 900 millones de acres.

¿En qué se basa su perspectiva? ¿Por qué apuestan a que valdrá más esa tierra? Al parecer, porque la biología aumenta también de valor y en un metro cuadrado de lodo hay más seres vivos que humanos en la Ciudad de México.

Existen activos importantes, propiedades como una casa, un coche o la carrera universitaria que cuestan dinero. Hay otros que no cuestan o bien que no se pueden pagar y no solo resultan valiosos, sino de vida o muerte, como el oxígeno, el agua y la comida.

Los conocimientos y las habilidades para producirlos eficientemente del modo que la humanidad los necesita también elevan su valor.

La inteligencia artificial aporta herramientas que serán útiles en la medida en que haya gente que entienda el funcionamiento de las bacterias, los hongos, los virus y las células:

“Si ahora tuviera la oportunidad de empezar de nuevo, me daría cuenta de que la tecnología que convierte las ciencias biológicas en ‘ingeniería biológica’ ya está aquí, y de que la biología digital será un campo de la ingeniería, no un mero campo de la ciencia: espero que esto sea el principio de toda una generación que disfrute trabajando con proteínas, productos químicos, enzimas y materiales”, dijo esta semana Jensen Huang, fundador de Nvidia, la empresa que ya vale más de un billón de dólares (trillion) porque sus GPUs hacen posible el procesamiento de la inteligencia artificial.

Al parecer, entrar ya a la cadena de suministro de soluciones biológicas cobra sentido.

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