Parteaguas

Se van a aburrir

Si quieren que el negocio sobreviva, ustedes, todos, necesitan contratar a alguien que aún no está en la oficina.

Aquí expondré un asunto tan aburrido como relevante para las empresas. No tiene que ver con la política que también nos ha dejado un escenario de elección presidencial tan divertido como ver la pintura secarse.

En efecto, Claudia Sheinbaum difícilmente puede representar a la persona que reparte shots en las fiestas y Xóchilt Gálvez, su antítesis, luce como esa figura que todo el mundo ruega que ya deje hablar a los demás.

Pudo haber una tercia redondeada por el esposo de Mariana Rodríguez, ella debió inyectar la conveniente imprevisibilidad requerida por el humor de una pachanga electoral. Eso no será.

Como advertí previamente, esta columna habla de un aburridísimo tema que salta ahora al escenario central. Si quieren que el negocio sobreviva, ustedes, todos, necesitan contratar a alguien que aún no está en la oficina.

Parte de la razón está en algo que ocurrirá este mes. Es denso y sí, probablemente aburrido para algunos: tiene que ver con eso que llaman “ciberseguridad”.

Nuevas reglas de las autoridades estadounidenses (la SEC) entran en vigor el 15 de diciembre y exigen que las empresas cotizadas en el NYSE o el Nasdaq informen sobre incidentes cibernéticos materiales y revelen la gestión de este riesgo anualmente.

Se dirigen a empresas públicas, pero las compañías privadas de ese país, de México y de cualquier otro que sean sus proveedoras (atención, abogados, contadores y anexos) también deberían prestar atención: si se fuga un dato, van a dar con la raíz del lío.

Eso destacará la figura de un personaje que ustedes ya deben tener en nómina: el director de seguridad informática, que al más alto nivel nombran CISO (Chief Information Security Officer), que tendrá en sus manos el futuro del negocio, literalmente.

El CISO trabaja hasta ahora con esa figura que solíamos llamar “jefe de sistemas” y que brincó a ser “director de TI”, o Chief Technology Officer (CTO).

Aparte, el director de TI toma decisiones que pueden ayudar a los demás a vender y a saber quién produce más y quién debe ser despedido porque no aporta. Él controla los canales de información y de contacto de la empresa con el mundo. Y, atención director general, esa persona tiene otro reto.

Estas semanas estuve en contacto con directivos globales de empresas como Google y AWS en encuentros que me dejaron una sensación de efervescencia:

Por un lado, a los mexicanos la pandemia nos despertó como cubeta de agua fría y ya todos entienden la necesidad de digitalizar a la empresa. Hay mucha energía y dinero puestos en eso. Qué bueno.

Pero en eso mismo hay una tremenda oportunidad en adelantarse a lo que ocurre en Estados Unidos y en Asia, en donde continúa una batalla entre la directora de finanzas, el de ciberseguridad y el de tecnología. Tecnólogos contra financieros.

Unos prefieren en muchos casos mantener pesados servidores funcionando dentro del edificio para encargarse por cuenta propia de la seguridad de los datos de ventas, clientes y los fiscales, solo por nombrar los más sensibles.

Por el otro, ahí tienen al equipo de finanzas haciendo cuentas acerca de lo que pueden ahorrar en carísimas computadoras y electricidad al mandar todo a “la nube”, para invertirlo en otra cosa. Cambiar el “capex” por el “opex”, como defiende Rubén Mugártegui, director de Amazon México.

Hay pasiones y los ánimos se caldean. ¿Quién puede mediar, si el CEO tiene que estar viendo clientes, atendiendo el cumplimiento de instrucciones y viendo nuevas tendencias del mercado? Eso nos lleva a la necesidad de tener una jefa o un jefe de política interna.

Tiene que haber alguien con autoridad para hablar con la máxima autoridad de la compañía, pero también con los vendedores y con quien abre la puerta de la oficina.

Tiene que saber de tendencias tecnológicas para promover su uso en todo el equipo y actualizarlo a la velocidad con que cambia hoy el mundo.

Debe cerciorarse de tener datos que validen o descarten argumentos contrapuestos de sus compañeros y tener el carácter necesario para motivar, pero también para ganar discusiones acaloradas.

Llámenlo Chief of Internal Policy, o como quieran, pero ese amortiguador es el que puede hacer fluir las cosas en días en que administrar es como andar en bici: el que se detiene, se cae. Y eso no es divertido.

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