Parteaguas

Una cerveza por los niños

Es necesario invertir 1.5 billones de dólares al año (trillions) para resarcir el daño ocasionado al planeta por las generaciones pasadas y la presente.

Cuando dejaron de aplaudirle, ella expresó: “La gente piensa que ya no hay nada que pueda hacer”.

Maya Lin habló ayer al mundo y dijo que sí hay manera. Ella tiene un sitio web: ¿Qué falta? o bien, https://www.whatismissing.org/, así se llama la iniciativa ambiental de esta artista.

El problema no es cuántos somos, advirtió, y propuso un ejemplo. Si todos viviéramos apretados en el mismo barrio, como vive la gente en Manhattan (o en la alcaldía de Cuauhtémoc), ocuparíamos un espacio equivalente al estado de Nuevo México.

Eso es como juntar los territorios de Sonora y Chihuahua; ahí cabrían 8 mil millones de personas que hoy habitan el planeta. Todos los demás continentes podrían estar deshabitados.

No es lo que consumimos, el verdadero problema parece ser cómo usamos los recursos que tenemos. “Estamos devorando el planeta”, advirtió.

Ya nos comimos casi todo el pescado que vivía naturalmente en el mar, China ya acabó prácticamente con sus recursos acuíferos silvestres o naturales; México no está muy lejos de eso.

La mala administración es la que nos metió en líos, a decir de lo que comentó Maya Lin durante el primer día de actividades de la Reunión Anual del Foro Económico Mundial (WEF, en inglés).

Esta institución advierte que es necesario invertir 1.5 billones de dólares al año (trillions) para resarcir el daño ocasionado por las generaciones pasadas y la presente.

¿Es mucho dinero? La también activista reta a pensar: es lo mismo que gastamos todos en alcohol, cada año. En términos simples: dejar un mundo mejor a los niños implica pagar el equivalente a otra cerveza, para ese propósito. ¿Toman vino o whisky? Misma cosa, como pagar otro trago. Es solo para medir el tamaño del esfuerzo necesario.

Midan sus fuerzas ¿cuánto gastan en fiesta cada mes? ¿Donarían un monto similar para la intención descrita? Obviamente es una analogía para poner a prueba a las organizaciones más poderosas.

¿Invertir 1.5 billones en qué? En crear pesquerías sostenibles, restaurar bosques, reverdecer ciudades… son soluciones expuestas en https://www.whatismissing.org/.

¿Quién le escucha? A la convocatoria de Davos acudieron este año personajes como Wael Sawan, de Shell; Andy Jassy, de Amazon; Jane Fraser, de Citigroup; Stéphane Bancel, de Moderna –la fabricante de vacunas– y mexicanos como el gobernador de Nuevo León, Samuel García.

En los hechos, las cosas parecen moverse lentamente en el sentido adecuado.

He comentado aquí que todo Wall Street está a la espera de unas reglas que surgirán del gobierno de Estados Unidos, a través del árbitro de las bolsas: la Securities and Exchange Commission (SEC).

Son normas para que las empresas midan sus emisiones, las de sus oficinas, fábricas y sus flotillas; también para que revelen cuánto emiten por la vía de su consumo de electricidad, dependiendo de su proveedor. Medir es el primer paso para reducir.

Eso rebotará en México: Ford, GM, Google y todas las compañías que tienen oficinas en el país y cotizan en el mercado estadounidense pronto estarán obligadas a revelar esos detalles.

Incluso va más lejos la SEC. Quiere que las empresas reporten cuánto contaminan todos sus proveedores y sus clientes al usar sus productos, una medida a la que ya mostró oposición BlackRock, uno de los mayores fondos de inversión del mundo.

En lo que las personas más poderosas del país vecino y del mundo reviraban y trataban de influir en ese reglamento, llegaron por otro lado el Departamento de Defensa (DoD) junto con la Administración General de Servicios (GSA) y las Agencias Aeronáuticas y Espaciales (la NASA) del gobierno del país vecino.

En noviembre, todas juntas emitieron por su cuenta otra propuesta de reglas para sus proveedores, con una intención similar:

“Proponen enmendar la Regulación Federal de Adquisiciones (FAR) para implementar un requisito que garantice que ciertos contratistas federales divulguen sus emisiones de gases de efecto invernadero y el riesgo financiero relacionado con el clima y establezcan objetivos basados en la ciencia para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero”, reza la iniciativa de estas agencias gubernamentales.

Pensar en que eso está lejos es un error de cálculo. En febrero deben estar listas y esas normas derramarán a proveedores de piezas de acero y los que venden las láminas mismas, por ejemplo. Cuenten además los que venden vehículos que bien podrían ser armados en México.

“La gente piensa que ya no hay nada que pueda hacer”. Maya Lin y otros parecen ya estar haciendo algo.

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