Parteaguas

200,000 menos

En unos días México contará 200 mil vidas perdidas por el virus que derivó en pandemia; una sola basta para romper a una familia y en conjunto dañan el funcionamiento de un país.

¿Cuánto vale un mexicano? La vida de todas las personas y de cada una de ellas, es invaluable. Sin embargo, para la economía siempre hay manera de poner un número.

En unos días México contará 200 mil vidas perdidas por el virus que derivó en pandemia, y si bien una sola basta para romper a una familia, en conjunto también son suficientes para dañar el funcionamiento de un país.

Cada quien conoce una historia triste. El dueño de una papelería que dejó de vender copias y golosinas, el empresario que ya no generará empleos, el músico que ya no hará canciones que generen ingresos. Armando Manzanero, Jaime Ruiz Sacristán...

Para el mundo, lo que produce un mexicano individualmente cada año son casi 10 mil dólares, en promedio. Es el Producto Interno Bruto, per cápita. Unos 220 mil pesos por cabeza.

Ese número sale de la división de un PIB de 1.2 billones de dólares entre 120 millones de mexicanos.

Como los bebés aún no trabajan y por tanto no producen, habrá que restarlos junto con niños y otros que no están en condición de generar ingresos y enfocarse en la población lista para trabajar, la población económicamente activa. Son 55 millones en números gruesos quienes en realidad producen individualmente servicios y productos que se facturan en más de 20 mil dólares anuales o casi 40 mil pesos al mes.

Es a esa población a la que ataca con más furia el Covid-19 y si en México fallecieron 200 mil de ellos, en cuestión de un año el país perdió un motor con capacidad de producir en conjunto aproximadamente 4 mil 300 millones de dólares o casi 100 mil millones de pesos. La gente capaz de producir anualmente ese capital, ya no está.

¿Cuánto dinero es eso? Equivale, por ejemplo, a más de lo que cobró por vender maíz, masa o tortillas la empresa Gruma, fabricante de productos Maseca, durante el año pasado.

¿Cuántos de esos casi 200 mil mexicanos perdió el país por negligencia o descuido? No hay manera de decirlo hoy. Lamentablemente, México aparece hasta arriba de las listas globales de muertos por el coronavirus, y errores adicionales durante las vacaciones que se aproximan pueden empeorar la situación.

Tanta pérdida de energía llega en mal momento para los que se quedan. La economía los necesita para regresar al combate ahora y cuando las mutaciones se detengan, las vacunas lleguen y termine el encierro.

Hoy solo puede analizarse el modo de recuperar esa producción que a México le urge y la vía más rápida es la productividad. Que cada quien haga cosas de más valor y que cobre más. El mecánico tendrá que aprender a reparar coches híbridos; quien trabaja en marketing, a administrar campañas de programática en Ad Sense; México, a fabricar aviones completos además de coches o semiconductores en vez de balatas.

Para conseguir eso, es necesario mejor educación, infraestructura de 5G, aeropuertos funcionales y energía eléctrica suficiente y económica.

Con todo lo anterior, es factible recuperar lo que quienes partieron ya no aportarán y serviría de homenaje a su recuerdo.

También hay que evitar que los que ya tienen habilidades se vayan. El problema es que existen países que aún antes de la pandemia ya buscaban el modo de atraer gente: nueva Zelanda, Canadá, Australia, tienen poblaciones cuyo promedio de edad envejece rápidamente y crearon agresivos programas de inmigración.

Los canadienses incluso destrabaron la naturalización de foráneos que ya habitaban sus tierras en afán de hacerse de gente, porque sin personas no hay economía.

La edición más reciente de Businessweek México, distribuida hoy por El Financiero, revela que no vamos por buen camino.

Luego de años de reducir su emigración hacia Estados Unidos, los mexicanos están de vuelta intentando cruzar hacia el norte el río Bravo y de este lado dejaron de llegar grandes fábricas. En 2015 ocurrió el último anuncio de la llegada de una armadora de coches.

Que cada quien recoja la responsabilidad que le toca. Lo hecho o mal hecho ya nos costó 200 mil vidas.

El autor es director general de Proyectos Especiales y Ediciones Regionales de El Financiero

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