Entorno Económico

Los dispersos pronósticos

Tomará más que un puñado de datos económicos el hacer que las expectativas para 2020 exhiban niveles de dispersión similares al promedio de los últimos años.

Usualmente, las perspectivas de crecimiento para un año específico son publicadas por los analistas al menos doce meses antes y después permanecen sin mucho cambio durante algún tiempo. Es hasta la segunda mitad del año de publicación que comienzan a tener cierto ajuste hasta que inicia el año relevante y comienzan a ser más dinámicas. El pronóstico de los participantes en las encuestas de expectativas no es el mismo, pero naturalmente tiende a acercarse y converger durante el año relevante gracias a la información estadística que se va publicando durante el año. No obstante, quisiera centrarme en tres observaciones respecto a lo que ahora se anticipa para el año 2020 en términos de crecimiento económico. Parto de los resultados de la encuesta de Expectativas de Citibanamex, aunque aclaro que estoy consciente de que los estimados están cambiando todos los días.

Primero, la dispersión de pronóstico es tremenda. En la encuesta del pasado 20 de marzo, la dispersión o desviación estándar de los 25 estimados de crecimiento económico para el año en curso fue de 1.4 puntos porcentuales (con mínimo en -5.8 por ciento y máximos en 0.8 por ciento). Dicha dispersión contrasta en términos históricos como la más elevada al menos de los últimos diez años. Basta mencionar que la dispersión promedio de los últimos tres años (2017, 2018 y 2019), alrededor de la misma fecha, ha sido de 0.34 puntos porcentuales -casi cinco veces inferior.

Segundo, hay en general dos visiones. Con riesgo de sobresimplificar, los estimados de crecimiento del PIB para el presente año parecen agruparse alrededor de dos números: -2 por ciento y -4 por ciento. Ambos números se ubican entre las debacles económicas de 1995 y 2009 (con crecimientos promedio de -5.8 por ciento) y las recesiones leves de 2001 y 2019 (-0.3 por ciento promedio).

Considerando la importancia del consumo en nuestra economía (con un peso de dos terceras partes), valdría la pena recordar que el promedio de cambio anual de éste para la primera clase de recesión fue de 6 por ciento de contracción y de la segunda de -1.5 por ciento. Con la cautela requerida, estos últimos dos números son muy útiles para reflexionar sobre la presente circunstancia dada la sensibilidad del consumo ante las condiciones actuales.

Tercero, destaco otra dispersión, la de pronóstico para el tipo de cambio nominal, de 1.4 pesos por dólar. En la encuesta que nos ocupa, el nivel de cierre del año es visto en 21.6 pesos por dólar (con una estimación mínima de 19.50 y máxima en 24.95 pesos por dólar). Es relevante por una importante razón, bajo ciertas condiciones, la debilidad del peso podría ser un apoyo al crecimiento en algún punto. Me refiero a la posible ganancia en competitividad exportadora si la depreciación implica una debilidad real en términos multilaterales. Sin embargo, limito también el potencial papel del tipo de cambio como impulso económico ante una demanda externa débil y que seguramente tardará en recuperarse.

Así, me quedo con el mensaje de que la elevada dispersión de pronóstico parece sugerirnos: estamos en territorio sin cartografía que se manifiesta en la forma de una muy elevada incertidumbre. Puedo suponer que los pronósticos seguirán tan dinámicos como la misma situación internacional, pero parece que tomará más que un puñado de datos económicos el hacer que las expectativas para 2020 exhiban niveles de dispersión similares al promedio de los últimos años.

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