Entorno Económico

¿Es una crisis transitoria?

La transitoriedad de la recesión que apenas comienza no nos garantiza una corta duración ni una baja profundidad.

Es así como se ha llegado a referir a la presente compleja coyuntura y su impacto económico apenas en ciernes, como algo transitorio. Parecería una afirmación lógica, el reconocimiento de que todo choque o impacto económico tienen un antes y un después. Sin embargo, la realidad no es tan simple como lo anterior. A continuación, destaco al menos tres matices que nos hacen recordar que la transitoriedad de una desaceleración, recesión o depresión económica es sumamente relativo.

Primero. Hablemos de la duración de un evento recesivo. Puede haber varios detalles técnicos en su medición, pero considerando a la duración de una recesión como los meses que separan al anterior pico o cresta en la actividad económica y su punto más bajo o valle, vale la pena recordar que esto puede tomar más que algunos cuantos meses. Dicho lapso sería seguido por un periodo de recuperación que podría extenderse por varios meses más. El periodo completo, usualmente definido como un ciclo, puede no ser tan corto como pudiera desearse.

Recordemos la última profunda recesión en México ocurrida entre 2008 y 2009. En aquella oportunidad lo que comenzó como una crisis inmobiliaria en EUA terminó convirtiéndose en una crisis financiera sin precedentes en décadas que terminó en una gran y generalizada contracción económica a nivel mundial. En aquella oportunidad, el periodo de desaceleración y posterior contracción no tomó menos de siete meses y su posterior recuperación pudo haber tomado al menos dos años -tres para alcanzar un nuevo pico en la actividad y completar un ciclo.

Segundo. Tomemos en cuenta que hay de magnitudes a magnitudes. El evento por sí mismo podría ser temporal, pero esto poco nos diría acerca de la profundidad del daño. Volviendo al ejemplo de 2009, según mediciones del Banco de México, la económica mexicana se habría desplomado por debajo de su sendero potencial de largo plazo en casi 7 por ciento. De hecho, en un ejemplo más cercano, la recesión (técnica) de 2019 habría ya desviado en casi 4 por ciento a la económica respecto a su citado potencial.

Es cierto, profundidad nada tiene que ver con la transitoriedad de una recesión, pero sí nos ayuda a pensar en los costos de atravesar una circunstancia parecida, por muy corta que sea su duración.

Tercero. La transitoriedad nunca está garantizada. En la historia económica de México y del mundo, podemos encontrar ejemplos de choques económicos con efectos transitorios pero también permanentes.

De nueva cuenta, es usualmente aceptado que después de la gran contracción global de 2009, el mundo se terminó ubicando en un sendero de crecimiento económico más bajo. Es decir, las consecuencias de tal evento se anidaron en las económicas y las ubicaron en un nuevo equilibrio de menor crecimiento y mayor desempleo.

De hecho, algo similar le pasó a México. Antes de la recesión de 2009 solíamos hablar de una tasa de crecimiento económico potencial de entre 3 y 3.5 por ciento. Posteriormente, tal tasa se habría ubicado en niveles mucho más cercanos al 2 por ciento que al 3 por ciento, tal como puede ser comprobado con casi cualquier metodología.

Me llevo la siguiente conclusión: la transitoriedad de la recesión que apenas comienza no nos garantiza una corta duración ni una baja profundidad. Más aún, la misma transitoriedad para nada está garantizada. De lo anterior la necesidad de actuar oportuna y decididamente con el fin de tratar de aminorar todas las anteriores características.

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