Entorno Económico

El 2020 desde tres ventanas

La materialización de eventos de baja probabilidad suele definir la historia futura, al menos así lo han hecho los últimos años.

Realmente es imposible tener una visión 20/20 del futuro, el año 2020 no es la excepción. A fin de cuentas, un pronóstico es solo un escenario sujeto a supuestos específicos. Solo uno de muchos posibles escenarios. Para colmo, es común observar cómo eventos de baja probabilidad terminan materializándose y determinando el devenir económico de corto, mediano o hasta largo plazos. Parto de estas premisas para ofrecer tres consideraciones para 2020 que creo podrían ser válidas para un grupo amplio de escenarios. Me refiero a una reflexión sobre lo que 2019 nos dice de 2020, otra sobre lo que el contexto externo nos dice del interno y otra sobre las incertidumbres que se mantienen.

Primero, 2019 nos puede decir mucho sobre 2020. Me limito a enfocarme en el papel del año pasado como punto de referencia en el comparativo anual. Aquí destacaría que el nulo avance económico en 2019 otorgaría algo de 'empuje' o 'acarreo' estadístico al avance anual en 2020. Esto podría ser especialmente importante para el comparativo de inversión bruta. El comparativo anual podría ser importante en mostrar mejores cifras de gasto e inversión pública, los cuales también tuvieron un desplome a principios del año pasado.

En la misma línea, las cifras de violencia e inseguridad, tras alcanzar máximos de varias décadas, podrían mostrar un proceso de estabilidad en su comparativo anual. No obstante, es importante señalar que esto para nada indicaría una mejoría, sobre todo al considerar que venimos de muy altas cifras y razones de violencia.

Segundo, ahora me centro en el papel del sector externo en lo interno. De manera general, el devenir de la industria manufacturera estadounidense, las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China y las políticas monetarias acomodaticia en el mundo desarrollado (y emergente) podrían ser críticos en el escenario local. Resultaría muy difícil suponer un repunte económico local sin al menos plantear un escenario de recuperación marginal en manufactura al norte del río Bravo.

No todas las tensiones proteccionistas globales dañarían a México. Cierto tipo de medidas de EU frente a competidores de México coadyuvarían al mantenimiento o hasta ganancia de participación de mercado de los productos exportados por México. De manera similar, un ambiente de tasas de interés extremadamente bajas a nivel externo podría conservar el atractivo de inversión en cartera local si Banxico mantiene su actual perfil de cautela y gradualismo. Esto supondría el mantenimiento de un atractivo diferencial de tasas a favor de México.

Todavía en el ámbito del comparativo con lo externo. La realidad del mundo emergente es también una de bajo crecimiento, reducido margen de maniobra fiscal y elementos idiosincráticos de diversa índole. De hecho, este ambiente relativo ya ha sido subrayado por agencias calificadoras y podrían ser uno de tantos elementos que podrían explicar la marcada paciencia que han tenido con la calificación soberana local.

Tercero, hay también ciertos elementos de incertidumbre que se mantienen y a los que ya estamos o nos estamos acostumbrando. En este punto subrayaría tres: la incertidumbre de política interna, los retos para Pemex y las elecciones en EU. Para los tres casos, sabemos que la respuesta es la cautela y el reconocimiento de su potencial para inducir volatilidad en los mercados locales.

Tomando en cuenta lo anterior, más que enfatizar mi pronóstico de 0.6 por ciento de avance económico para 2020, una inflación dentro del rango objetivo de Banxico, el cumplimiento del nuevo objetivo de 0.7 por ciento del PIB en superávit primario y el recorte de la tasa de política monetaria de Banxico hacia 6 por ciento nominal, opto por destacar las consideraciones arriba expuestas y el mensaje cualitativo de un año de ligera mejoría macroeconómica pero de vigentes incertidumbres externas y locales que de una u otra forma se comunican. De nuevo, subrayo que la materialización de eventos de baja probabilidad suele definir la historia futura, al menos así lo han hecho los últimos años.

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