Entorno Económico

Choque Covid-19: Objetivo móvil

El impacto económico asociado al Covid-19 ha sido significativo y las cifras apenas comienzan a dar cuenta de su magnitud.

El impacto económico asociado al Covid-19 ha sido significativo y las cifras apenas comienzan a dar cuenta de su magnitud. En este espacio ya hemos hablado de la incertidumbre que rodea a los pronósticos para los meses siguientes. Nos hemos referido a la alta dispersión de estimados y a las estrategias para el manejo de dicha incertidumbre. El hecho es que seguimos en penumbras en el diseño de proyecciones para el corto y mediano plazos. Es por ello que en esta ocasión abordaremos la incertidumbre asociada a la situación actual desde sus raíces mismas. Nos quedará claro que estamos en medio de un esfuerzo de tiro al blanco, a media luz y con objetivo móvil.

Parto de la idea de que la epidemia per se no es un choque inédito. Por el contrario, la historia cuenta con referencias cuantiosas. No obstante, dichas referencias se habían mantenido a escala local o hasta regional. Lo nuevo es su virulencia y que se presenta en un mundo como nunca antes interconectado.

Así, la pandemia es global, sin embargo, se presenta a nivel estatal, regional, nacional y continental a ritmos distintos, lo cual complica los comparativos. No obstante, dicho desfase abre la puerta a aprendizajes. Desafortunadamente, hay tantas divergencias locales y regionales que hace muy complicado derivar conclusiones tajantes respecto a las mejores y más efectivas estrategias de manejo. Tales divergencias pasan desde lo demográfico hasta lo concerniente a las características del sector salud.

El efecto de la pandemia en la economía es también complicado de evaluar. Se refleja en impactos tanto de oferta como de demanda. Se manifiesta como un choque tanto externo como interno. Podría también suponerse asociado tanto a consecuencias transitorias como permanentes.

De hecho, la pandemia es todavía un choque dinámico: evoluciona, avanza, estabiliza, retrocede o rebota. Se mantiene como un factor cambiante. Es decir, no se trata de un choque que ha quedado registrado en una fecha en el pasado, sino que es dinámico y sigue reverberando en las esferas social y económica.

En un contexto así, resulta extremadamente complicado que los pronósticos económicos para 2020 y 2021 -o para este o el siguiente trimestre- permanezcan inmóviles. Los cambiantes escenarios, que hasta ahora sólo se deterioran, son el reflejo de la realidad arriba descrita.

Dicho de otra forma, los economistas nos enfrentamos al reto de incorporar la información pasada (cifras económicas publicadas con rezago), incluir los factores más coincidentes (por ejemplo, medidas de política contracíclica o dinámica actual de la pandemia) y además proponer ciertos supuestos sobre el futuro. Todo esto en medio de una disrupción que continúa en evolución.

Es por lo anterior que no me sorprenden los cambiantes y dispersos consensos de pronóstico, las actualizaciones espectaculares de alguna correduría u organismo multilateral o la estrategia de bancos centrales de ofrecer amplios rangos de pronóstico -ante la restricción de actualizar escenarios sólo una vez al bimestre o trimestre.

En lo personal creo que las revisiones no han terminado y que el sesgo de revisión continua a la baja. Habrá que esperar por algunos 'brotes verdes' y quizás más de una sorpresa favorable para estabilizar dicho proceso. Esperemos ya no estar lejos.

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