Entorno Económico

100 días en tres reflexiones

Joel Virgen analiza el rechazo al 'statu quo', el abultado capital político, así como los choques asociados al proceso de cambio en el gobierno de AMLO.

No pretendo hacer un recuento de 100 días de gobierno. Por el contrario, pretendo hacer un ejercicio de síntesis en tres grandes trazos de lo que el presente cambio de régimen significa y seguirá implicando para los siguientes meses. En general, hemos visto sentarse las bases de un estilo de mandato no visto en varias décadas, el cual tiene prisa por consolidarse y muestra impaciencia respecto a sus resultados. Tal ritmo acelerado de transformación ha sido sinónimo de disrupción en más de un ámbito y ha tenido que asumir altos costos de ajuste. A continuación, mis tres reflexiones.

Primero, tras rechazar el statu quo, la nueva administración avanza a velocidad de crucero en busca de poner la mayor distancia de por medio respecto al pasado modelo político y económico. No han sido 100 días, desde el primero de julio del año pasado el gobierno electo comenzó a trabajar en una ambiciosa transformación. Desde el día posterior a la elección ha sido apremiante el transformar el ordenamiento institucional, legislativo y regulatorio con el fin de hacer más tersa la implementación de una ambiciosa transformación. Así, la primera gran característica de los primeros meses de gobierno electo y en funciones ha sido el acomodo del marco citado, mismo que continúa y creo continuará por algunos meses más.

Las características de este nuevo ordenamiento parecen claras. Se sugiere un nuevo arreglo donde el Ejecutivo vuelve a ser el eje gravitacional del gobierno y las líneas de transformación fluyen desde dicho centro con alcances significativos en la forma de iniciativas legislativas, reconfiguración de juntas de gobierno de instituciones y reguladores y estrategias de política. El trabajo es intenso y se construyen y fortalecen bases municipales, estatales y regionales.

Segundo, en un entorno de decidida transformación se cuenta con un abultado capital político. El discurso hace sentido ante una población deseosa de un cambio y decepcionada de las formas de los gobiernos recientes. La base de comparación favorece en parte la popularidad del nuevo gobierno, se cuenta con un carry positivo que, en mi opinión, se explica por factores mucho más profundos de una clásica 'luna de miel'.

Se presenta una mezcla favorable para el actual gobierno: alta popularidad en conjunto con iniciativas de política cuyo costo parece por el momento eclipsado por las señales de cambio y justificadas por recursos introducidos bajo la etiqueta de democracia participativa.

Tercero, en este entorno hay quien sí ha resentido los choques asociados al proceso de cambio descrito. Dichos choques eran de esperarse ante la combinación de una intención de cambio acelerado con objetivos de corto y mediano plazos y una estructura económica y política con rigideces propias del tiempo en que se habían mantenido vigentes. Más aún, algunas entidades se encontraban en situación de vulnerabilidad, puesta de manifiesto ante las fuerzas del cambio acelerado e impaciente.

Es en este tercer factor donde clasificarían las reacciones de los mercados financieros y las calificadoras crediticias. Ambos, entes altamente sensibles a una incertidumbre renovada y a cambios disruptivos en plena evolución.

En general, creo muy probable que continuemos viendo los anteriores tres grandes elementos interactuando entre sí por varios meses más. En general, puede que el 2019 sea un año de establecimiento de un nuevo marco y que los cambios futuros encuentren un mecanismo más lubricado que el observado hasta ahora. Queda para una columna futura el ahondar hacia donde parecen apuntar los cambios observados en materia económica y política en el mediano y largo plazos.

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