La Nota Dura

Regresar y leer

En medio de tanta noticia de curvas por aplanar, de unidades de terapia intensiva en jaque, de pérdidas dolorosas, de reclusiones obligadas, leer esta nota fue un respiro, dice Javier Risco.

Fue un gesto romántico. Lo que parecía una idea que sería aclamada por todo el pueblo italiano resultó ser más bien polémica con tintes de irresponsabilidad. Desde ayer, el gobierno de Italia ordenó la apertura de todas las librerías a nivel nacional por considerar al libro como un BIEN ESENCIAL para la sociedad. En lo que las autoridades han considerado como la recta final de la pandemia, han hecho el llamado al pueblo italiano a refugiarse en la lectura, salgan a comprar libros y regresen a casa. Sin embargo, la medida no resultó como pensaron, los pequeños libreros decidieron no arriesgar a su personal y permanecieron cerrados, tampoco se ha puesto a andar todo el engranaje de lo que significa que un libro nuevo llegue a un estante, y en varias regiones las autoridades locales han señalado que se trata de una locura en media crisis sanitaria… y tienen razón, pero yo soy de los que cree que una decisión así es una invitación nacional a refugiarse en la lectura para poder viajar; sí ya sé, iluso en tiempos donde sólo caben los hechos –la mayoría trágicos–, la estricta reclusión obligada con esa alarma que nos quita el sueño. Una de las librerías más icónicas de Venecia, la Librería Marco Polo, así lo ha anunciado: "Attenzione Nuova Ordinanza del Comune! Possiamo aprire martedì e miercoledì. Librería MarcoPolo sarà aperta al Pubblico 2 giorni alla settimana. Per ora solo la sede di campo Santa Marguerita". Nadie espera largas filas ni un arrebato social por libros, ni siquiera que los lectores tarden más que lo necesario para elegir su próxima lectura, pero al menos me pareció un gesto simbólico importante que una de las ventanas al regreso de la normalidad fueran los libros.

En medio de tanta noticia de curvas por aplanar, de unidades de terapia intensiva en jaque, de pérdidas dolorosas, de reclusiones obligadas, leer esta nota fue un respiro, me hizo recordar un texto de Sergio Pitol titulado 'Escribir y viajar', de El arte de la fuga: "Durante muchos años la experiencia de viajar, leer y escribir se fundió en una sola. Los trenes, los barcos y el avión me permitieron descubrir mundos maravillosos o siniestros, todos sorprendentes. El viaje era la experiencia del mundo visible, la lectura en cambio, me permitía realizar un viaje interior, cuyo itinerario no se reducía al espacio sino me dejaba circular libremente a través de los tiempos. Leer significaba acompañar al señor Bloom por las tabernas de Dublín a principios de este siglo; a Fabrizio del Dongo por Italia posnapoleónica; a Héctor y Aquiles por las plazas de Troya y los campamentos militares que durante largos años la circundaron. Y escribir significaba la posibilidad de embarcarse hacia una meta ignorada y lograr la fusión –debido a esa oscura e inescrutable alquimia de la que tanto se habla cuando se acerca uno al proceso de la creación– del mundo exterior y de aquel que subterráneamente nos habita".

Pitol hablaba del viaje interior pero también del liberador, del embarcarse en la escritura, que esta reclusión nos lleve a probar ambos en algunos minutos de libertad, que la normalidad se traduzca en regresar a las librerías. Un símbolo inequívoco de que todo estará bien, ahí cuando abramos un libro y "circulemos libremente a través de los tiempos".

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