La Nota Dura

Obsesión Hinojosa

Era tan difícil conseguir su obra que los pocos ejemplares que guardaba en casa eran motivo de orgullo; era el escritor favorito de Javier Risco.

El primer cuento que leí de Francisco Hinojosa fue A los pinches chamacos. Lo hice el último año del siglo pasado, entre la incertidumbre de un colapso de computadoras que no sabían cómo reaccionar al cambio de año y un México que no imaginaba que la democracia llegaría, al menos en papel.

Los aeropuertos de Estados Unidos tenían la misma seguridad que la Tapo, el Necaxa nunca volvería a ser el mismo y yo era menor de edad. Recuerdo que al terminar de leer sentí la misma adrenalina que corrió por el cuerpo de Mia Wallace cuando le atravesó la jeringa de la mano de Vincent Vega; lo quería platicar con todos, quería ampliarlo y pegarlo en las paredes, se me ocurrió hacerlo cortometraje, lo leí en voz alta –pero descubrí que no tenía el mismo efecto.

El cuento había sido una revolución en mí, unos pinches chamacos rebeldes sin culpa que agregan a su lazo de amistad una pistola; no hay nada más que agregar, un final perfecto en una ciudad que no me parecía ajena. Me volví un consumidor voraz de Hinojosa, en cada librería que visitaba repetía el mismo ritual, preguntar por literatura mexicana, por el área de cuentos y en el último de los casos por Francisco Hinojosa, todo el tiempo me sacaban el libro de La peor señora del mundo, a esas alturas ya lo había leído 20 veces, era tan difícil conseguir su obra que los pocos ejemplares que guardaba en casa eran motivo de orgullo, él era mi escritor favorito.

Pasaron meses, años, con la misma obsesión. En un viaje a Saltillo, en una librería perdida del centro encontré una colección de cuentos que se convirtió en mi tesoro más preciado, era un libro de Ediciones Sin Nombre (Los Libros de la Oruga)/Juan Pablos Editor titulado Negros, héticos, hueros, hasta el momento el libro que mejor fotografiaba al escritor que recomendaba sin cesar.

Después cayeron más. Joyas como Informe negro, Un tipo de cuidado, Memorias segadas de un hombre en el fondo bueno: y otros cuentos hueros y la imprescindible Nota negra, un compendio de columnas periodísticas de Hinojosa con uno de los textos que más me han hecho reír en mi vida: 'Tostador traducido'. ¿De qué trata? De los malabares lingüísticos en las instrucciones de uso de un tostador, una cuartilla que hizo que me sacaran junto a mi amigo Oscar Flores de clase en la universidad.

Mi búsqueda había sido en librerías y entre páginas, por supuesto que había visto fotografías de mi ídolo literario, pero la verdad eran años en los que salía poco a conferencias, creía que era más bien reservado, esta misteriosa nebulosa lo hacía aún más inalcanzable.

Hasta que una tarde, me enteré que daría una plática en la Feria del Libro de Monterrey, ahorré dinero, me quedé en casa de unos amigos y esperé la cita, metí los 12 libros que tenía que de él e hice tiempo. Como en las mayorías de las ferias los escritores deciden vagar entre los libros antes del encuentro. Ahí en un pasillo donde me lo topé, sorprendido con una sonrisa nerviosa, vio cómo un joven fanático sacaba de su mochila libros que ni siquiera él recordaba. Pedí me firmara todos, lo único que me preguntó fue: "¿para la misma persona?". Ni siquiera recuerdo qué le dije. Emocionado, nervioso, sin palabras, creo que grité "te he leído todo". El volvió a sonreír y me contestó lo que le dice Messi a cualquier fan: "muy bien".

No sé cuánto tiempo pasó. Lo dejé ir con su mano cansada y aturdido por un joven con ánimo de detective que le resumió en tres minutos lo más importante de su obra. No recuerdo nada más, estaba en la plenitud de quien encuentra a alguien que conocía desde los 16 años.

Nunca lo dejé de seguir, me dolió su Migraña en racimos, disfruté De domingo a lunes, y me bebí Poesía eras tú. Hoy somos afortunados porque la editorial Almadía reunió sus cuentos en un libro que lo retrata de cuerpo entero.

Profesores, tiranos y otros pinches chamacos está en el pedestal de la narrativa mexicana. Para los que lo conocen encontrarán vecinas insoportables, tigres con los sesos volados, detectives autonombrados y con el miedo de besarla a usted; para los que no lo conocen, la obsesión va a ser natural… ¡Que viva Pancho Hinojosa!

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