La Nota Dura

La voz de todos

Los jóvenes que no conocen un México en paz tienen las mismas preocupaciones y preguntas que sus padres y abuelos que sí vivieron otra época.

Ayer fui invitado a dar el discurso de inicio de semestre y bienvenida a todos los estudiantes de nuevo ingreso de la Universidad Iberoamericana, en Puebla. El rector Mario Patrón me advirtió del público, jóvenes nacidos entre 2000 y 2002 con la incertidumbre de la decisión más importante de su vida y descubriendo un México con tantas amenazas; me dijo que hablara de lo que quisiera, que querían escuchar otras voces. El encuentro fue maravilloso porque ellos tomaron el micrófono, les hice sólo una pregunta: "¿Qué les preocupa?" Jóvenes entre los 17 y 19 años se atrevieron a hablar ante 500 personas y descubrí que ven un futuro incierto, pero sobre todo que acompañan los mismos miedos.

"A lo que más le temo es a la división, que seamos un México separado, que nos confrontemos todo el tiempo, que la polarización de 2018 por las elecciones se mantenga todos estos años", dice una alumna de nuevo ingreso, la primera en tomar el micrófono.

"Yo temo que me maten y que a los dos o tres meses nadie se acuerde de mí", apunta otra estudiante de 19 años del otro lado del auditorio.

"Yo tengo una pregunta de las mañaneras de López Obrador: ¿están preparados los periodistas para este tipo de ejercicios democráticos?", me cuestiona un joven que estudia Relaciones Internacionales, no llega tampoco a los 20.

"Estoy en último semestre de psicología, tengo 23 años, yo estoy por salir, una mujer como yo qué puede hacer para cambiar en algo este país, cómo pasar a la acción".

"Lo que más miedo me da es la indiferencia por todo, ante la violencia, ante los casos de corrupción, ante las injusticias. ¿Por qué no sucede nada en México? ¿Por qué nunca hay consecuencias?", se pregunta otra estudiante que está por tomar sus primeras clases de la universidad.

Los jóvenes que no conocen un México en paz, que nunca lo han visto, que no saben lo que es manejar toda la noche por las carreteras de este país sin temor a que te suceda algo, o que han crecido desde los seis años viendo decapitados en las portadas de los diarios, tienen las mismas preguntas que los profesores que los acompañaban, las preguntas que cientos de miles nos hacemos, las preocupaciones de sus padres, de sus abuelos y de sus hermanos. Y se preguntan cómo es que llegamos ahí.

Respiro con cierta tranquilidad –ahora explico por qué–, les he hecho un par de recomendaciones para que su vida estudiantil la disfruten, y les he dicho que, aunque no están todas las respuestas, el abrir un periódico pone en contexto y forma criterio. Estoy seguro que son una generación mucho más crítica que la mía, mucho más consciente, pero también con la encomienda de cambiarlo todo y eso lo quieren lograr. Sentí una esperanza alentadora al escuchar voces consternadas por un futuro incierto, pero buscando soluciones.

Agradezco al rector Mario Patrón la oportunidad de hablar con jóvenes, pero sobre todo escucharlos. Cuando empecé la plática les pedí que alzaran la mano los que conocieran el reportaje de La Estafa Maestra, vi muchas manos levantadas, por eso respiré. Apenas se está formando la voz de esta generación, pero sí puedo afirmar que la responsabilidad que están por asumir la conocen y que las preguntas que tienen en la cabeza son las correctas, en menos de una década su voz será la voz de todos.

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