La Nota Dura

La discapacidad en el olvido

Desde el gobierno no hubo intención de diálogo y hoy, a inicios de agosto, el Conadis está peor, con menor presupuesto y sin rumbo.

Hace algunas semanas hablábamos de la necesidad de centrarnos en lo importante. Saber detectar las declaraciones pasajeras, los errores que se quedan en un desliz cualquiera, las grillas políticas y lo que realmente afecta el presente y el futuro de este país. Si el Presidente dice que el hombre lleva 10 mil millones de años en este planeta es intrascendente, cualquiera que pasa 14 horas frente a cámaras cada semana fallará; si dice que él tiene otros datos de los números de la propia Secretaría de Hacienda podríamos preocuparnos, pero al final, los verdaderos datos están, las calificadoras ven los hechos y la economía no conoce de declaraciones sino de números, abonar a señalar este capricho presidencial no cambia en nada la manera de gobernar del Ejecutivo; sin embargo, hay temas que afectan a millones, que son un grave error en materia de políticas públicas, y uno de ellos es el olvido en el que hoy por hoy está el Consejo para la Inclusión de Personas con Discapacidad (Conadis).

Las personas con discapacidad están en todos los ámbitos sociales de este país, en la administración pública, en el deporte, en las aulas, en la ciencia, en la iniciativa privada, como emprendedores, en el campo, etcétera. La presencia de personas con discapacidad es transversal, su inclusión y el desarrollo de investigación para tener una sociedad más igualitaria son una obligación federal, una necesidad para un grupo importante de mexicanos que sobreviven en un país que los ha dejado como la última de las prioridades.

Ayer se reafirmó lo poco que le importa al gobierno actual el diseño de una política pública para su inclusión. De acuerdo con el avance de gasto del Presupuestos de Egresos de la Federación –reportado en la Secretaría de Hacienda–, al segundo trimestre de 2019, el Consejo sufrió una modificación de presupuesto aprobado y pasó de 23.1 millones de pesos a sólo 16 millones, un tercio menos de lo original.

Pero no sólo en el dinero se muestra el desinterés, el Consejo no tiene director general desde que empezó la cuarta transformación, y en junio fue despedida la encargada de despacho, por razones de austeridad gubernamental. Así que, sin director, sin encargada de despacho, el desarrollo de investigación, el puente entre organizaciones civiles y el Consejo, la planeación de políticas públicas de inclusión están detenidas, hoy funciona como una oficina sin rumbo.

La última noticia que tenemos del Presidente y el Conadis fue cuando López Obrador puso en tela de juicio, en febrero pasado, la necesidad de un consejo nacional para las personas con discapacidad, señaló que él los apoyaría directamente con dinero. En aquel entonces varias personas, incluidas las periodistas Katia D'Artigues y Bárbara Anderson, dos voceras importantes en este tema, hicieron viral un hashtag #InclusiónNoSoloPensión, le recordaban al Presidente que en este caso un par de miles de pesos mensuales no generan políticas públicas para una mejor calidad de vida.

Desde el gobierno no hubo intención de diálogo y hoy, a inicios de agosto, el Conadis está peor, con menor presupuesto y sin rumbo.

Este es un tema importante, esto es algo que hay que discutir y presionar al gobierno federal, son ocho millones de afectados directamente pero más de 25 millones de mexicanos que tocan de alguna forma a alguna persona con discapacidad. Ayer apareció la noticia de un supuesto precio del kilo de longaniza comprado por el gobierno, está bien, hay que exigir transparencia y en caso de ser verdad detener los excesos, pero este desprecio a la inclusión de personas con discapacidad es lo que debería de indignar a cientos de miles, no podemos mirar a otro lado, ya van nueve meses de gobierno, ya no es válida la improvisación ni la disculpa de que "apenas vamos llegando", reconozcamos lo urgente, esta es una batalla que no podemos ignorar.

COLUMNAS ANTERIORES

‘La vocera’
¿Dejó de confiar?

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.