Javier Murillo

Protección del usuario antes que al corporativo

A finales del mayo, entrará en vigor la Norma General de Protección de Datos en la Unión Europea. Sin embargo, se vuelve necesario que también los usuarios defiendan su información, que es utilizada como mercancía.

Javier Murillo es fundador y presidente del Consejo de Metrics

Para Google, Facebook, Twitter, el producto somos nosotros, nos venden a sus anunciantes.

El modelo de negocio de los medios sociales es la publicidad. Y en vista de que tienen nuestra historia, preferencias y reacciones, su producto somos nosotros, la información que se genera de todas las interacciones.

Esto va en contra del espíritu con el que surgió internet. El código de hipertextos que conforman a la red de redes (http) lo donó John Berners-Lee, un científico británico. La arquitectura de la gran red está basado en su aportación a la humanidad.

Los hombres de tecnología crearon plataformas y sistemas (como Linux) para contribuir a la expansión que ha revolucionado al planeta.

Fue el caso del ahora extinto Napster. Surgió en 1999 como un espacio de intercambio de música digital. A Metallica no le gustó nada y demandó. Fue el primer gran caso de lucha de intereses en internet. Injustamente, lo perdió Napster.

Recuerdo Second Life, ese espacio virtual para diseñarse una nueva vida y un aspecto como más se deseara: con alas de mariposa y poderes. Pero la gente tendió a crear unidades económicas, y pronto la apariencia y el dinero se convirtieron en el pan de todos los días. Somos capitalistas por naturaleza.

Algo así ocurre con los propietarios de las redes sociales: más que un intercambio social o un crecimiento colectivo, lo que buscan es el máximo de ganancias, aun si eso implica que vendan la información de sus usuarios.

Por eso resulta tan oportuno que el próximo 25 de mayo entre en vigor la Norma General de Protección de Datos en la Unión Europea, reglamento que no se quedará en el Viejo Continente, pues repercutirá en otras partes del mundo: afecta a todas las compañías que gestionen contenido en Europa.

Bajo esa ley, el consentimiento para las redes sociales deberá manifestarse expresamente: escribirse, por ejemplo, en vez de pulsar un "sí o no".

También se exige a quienes atienden usuarios a través de internet que den información todavía más clara y concisa sobre el uso y las condiciones para el tratamiento de sus datos personales.

Sin duda, esto marcará tendencia, pero yo todavía quiero que las cosas vayan más allá. Poco se ha hablado de la importancia de que seamos los propios usuarios quienes exijamos un mayor respeto a nuestra información, al trato que se nos da. Fenómenos como el ocurrido entre Facebook y Cambridge Analytica pueden repetirse en cualquier otra red social, de ahí que lo importante sea que hagamos el cambio desde adentro, no que pidamos que las cierren o, simplemente, marcharnos. Esta no es una guerra, es una revolución y las revoluciones se hacen desde adentro.

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