Opinión Javier Murillo

Elon Musk y su chimpancé que juega videojuegos

Neuralink, de Elon Musk, ya trabaja en una especie de comunicación entre humanos parecida a la telepatía.

Quien conozca a Elon Musk no podrá darse por sorprendido de sus más recientes declaraciones de cómo un chimpancé puede jugar videojuegos con su mente. Señoras y señores, estamos hablando del emprendedor que fundó PayPal, del dueño de Tesla Motors, de la cabeza de Space X, del cofundador de Neuralink, empresa donde se trabaja con científicos y donde se ha puesto en marcha la interfaz cerebro-computadora a un primate.

La afirmación proporciona una nueva sensación de impulso para una de las empresas del empresario, que ha estado en silencio desde que reveló dispositivos experimentales que había implantado en cerdos a finales del verano pasado. Todavía no está claro cuánto tiempo pasará hasta que el dispositivo esté lo suficientemente maduro para los usuarios humanos y, por supuesto, eso es asumiendo que tenga éxito. Lo que es un hecho es que los comentarios de Musk sobre una versión humana de Neuralink durante el evento fueron difíciles de analizar y abiertos a la interpretación. (Tal como le gusta Musk, dejar la sospecha)

El genio millonario también explicó el estado de ánimo del mono, que en su opinión se trataba de un chango "feliz". Sus implantes, no se ven. El objetivo, parece ser, es que los monos puedan jugar entre ellos con la mente. Se trata del más reciente capítulo de una historia que comenzó con otros objetivos (que aún persigue) y que tuvo una curiosa fuente de inspiración. Cabe recordar que cuando Musk compró Neuralink, lo hizo con la intención de ayudar a las personas con parálisis, parkinson o con miembros amputados a recuperar su independencia pudiendo usar todo tipo de dispositivos tecnológicos con la mente a través de BMI (Brain Machine Interfaces). La propia web de la compañía explica que sus dispositivos están diseñados para brindarles a las personas la capacidad de comunicarse más fácilmente.

Con Musk nada es suficiente. A decir verdad, Neuralink tiene un objetivo superior: lograr que este control de la mente pueda crear una especie de comunicación entre humanos que guarda ciertas similitudes con lo que entendemos por telepatía con el potencial de tratar una amplia gama de trastornos neurológicos, restaurar la función sensorial y del movimiento y, finalmente, ampliar la forma en que interactuamos entre nosotros, con el mundo y con nosotros mismos.

Claro, el procedimiento no es nada sencillo, en términos prácticos es una red de hilos insertados mediante una máquina robótica en el cerebro con una gran cantidad de electrodos que detectan la actividad neuronal y conectan con un implante dentro del cráneo.

Hace unos meses, Musk se encargó de presentar a Gertrud, una cerda a la que incrustaron otro implante que era capaz de medir su actividad neuronal y que estaba conectado a un ordenador. Fue el primer paso de Neuralink demostrado en público.

Si alguien pone en duda lo que pretende Musk, solo revise su biografía, verá que este es un ejemplo de que las cosas que para muchos suenan imposible, cueste lo que le cueste, literal, el sudafricano, nacionalizado canadiense y estadounidense, lo conseguirá. Al tiempo.

El autor es fundador y presidente del consejo de Metrics.

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