Javier Murillo

El triste espectáculo de Google Gemini

Google publicó un vídeo en el que Gemini aparece procesando datos de entrada de vídeo y responde a instrucciones habladas. Aunque la letra pequeña advierte de que no lo hace tan rápido.

La semana pasada el mundo geek se vio sacudido por el anuncio de Google. El gigante tecnológico presentó su plataforma capaz de generar y comprender, operar y combinar a la perfección diferentes tipos de información, incluyendo texto, imágenes, audios, videos y lenguajes de programación. Básicamente se apuraron para intentar aprovechar la debilidad de OpenAI y ChatGPT, que están saliendo de una guerra de secesión.

Para su lanzamiento, Google publicó un vídeo promocional sorprendente en el que Gemini aparecía procesando datos de entrada de vídeo y respondía a instrucciones habladas. Aunque leyendo la letra pequeña, se lee un descargo de responsabilidad en el video avisando que Gemini no responde tan rápido, además de un enlace a una descripción sobre cómo se creó realmente la demostración de Gemini de Google.

Eso hizo que la conversación se concentrara en el hecho de que Google exageró la demostración de Gemini, lo que volvió a sacudir, pero ahora la confianza en la empresa y su tecnología. A pesar de los avances tecnológicos sin precedentes, este incidente pone de manifiesto la delicada línea entre la innovación y la fabricación de la realidad. La exposición de esta ilusión nos obliga a cuestionar no solo la integridad de Google, sino también el futuro ético de la IA.

La demostración de Gemini, aclamada por su capacidad para interpretar y responder a una variedad de entradas, incluyendo imágenes, gestos y voz, fue una representación fascinante del potencial de la IA. Sin embargo, el descubrimiento de que esta demostración fue una mera ilusión, con respuestas generadas a partir de imágenes fijas y textos predefinidos, ha causado una profunda decepción y le ha generado a Google una oleada de burlas.

Esta revelación no es solo un golpe a la reputación de Google, sino también un llamado de atención sobre cómo se presentan y se perciben los avances en IA. Sabemos que en el mundo de los negocios el estira y afloja se da entre conservadores y visionarios, por lo que la torpe movida de Google le da a los grupos rezagados elementos para frenar el avance de la tecnología en sus empresas. ¿Qué implica esto para la percepción pública de la IA y su adopción futura?

La reacción de Google, alegando que el video era una “representación estilizada” de las interacciones posibles con Gemini, no disipa las dudas. En lugar de clarificar, esta respuesta deja un rastro de preguntas sin respuesta sobre la transparencia y la responsabilidad en el desarrollo de la IA. ¿Cómo podemos confiar en las capacidades reales de estos sistemas cuando sus demostraciones son manipuladas?

Más allá de la decepción, el caso de Gemini resalta un tema más profundo y preocupante: la ética en la IA. Al presentar capacidades exageradas, Google no solamente trató de engañar al público, sino que también contribuyó a un entorno de desinformación. En una época donde la precisión y la veracidad de la información son esenciales, este tipo de conductas por parte de líderes tecnológicos es inaceptable.

El impacto de esta ilusión trasciende más allá de Google y su modelo Gemini. Nos obliga a replantearnos cómo deben ser comunicados los avances en IA. ¿Cómo aseguramos que la presentación de estas tecnologías sea honesta y transparente? ¿Cómo podemos garantizar que el público reciba información precisa y fiable? Lo de Gemini fue a gran escala, pero esto se puede aplicar a pequeña escala dentro de las empresas.

El incidente de Google Gemini no solo es un recordatorio de que debemos ser críticos y escépticos ante las demostraciones tecnológicas, sino también una llamada a reforzar la ética en el desarrollo y la presentación de la IA.

Sin duda la IA continuará avanzando a pasos agigantados, por lo que es crucial que las compañías líderes en tecnología actúen con responsabilidad. La transparencia y la honestidad no son sólo expectativas; son requisitos esenciales para fomentar un futuro tecnológico sostenible y ético. El caso de Gemini debe servir como un recordatorio de que, en la carrera hacia la innovación, la integridad no debe ser sacrificada por el espectáculo.

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