Javier Murillo

Felices fiestas artificiales

Bastó con decir ‘Escríbeme un discurso de fin de año para mi equipo de trabajo’, para que la inteligencia artificial hiciera el resto.

En la fiesta de fin de año de Metrics, le pedí a los directores que dieran un mensaje a los Metricsers, así autodenominamos a la gente que trabaja para la empresa. Normalmente, estos mensajes suelen ser emotivos, inspiradores, amables y a veces hasta graciosos, mensajes en los que se termina deseando las mejores fiestas junto con toda la familia.

Pero no para Alberto Borbolla, mi amigo, socio y director de tecnología de Metrics. Para él, ese mensaje debía traer un toque “muy Beto”. Tengo que decir que es un personaje muy peculiar; cada vez que hace presentaciones en reuniones internas, saca unos memes y gifs muy buenos y atinados. Pues resultó que su mensaje de fin de año no iba a ser diferente.

Primero que nada, fue el único que abrió una presentación de Power Point para soportar su mensaje, que se titulaba “Discurso de fin de año”. Incluso cuando vi que traía esa herramienta extra, pensé en lo poco preparado que venía yo, y estoy seguro de que el resto de los directores pensaron lo mismo.

En la segunda hoja de la presentación decía: “Queridos miembros del equipo, al llegar a este final de año, quiero expresar mi gratitud y admiración por todo lo que hemos logrado juntos. Este ha sido un año desafiante, pero juntos hemos superado cada obstáculo y hemos seguido adelante con determinación y espíritu de equipo”. No voy a poner todo su mensaje porque son varios párrafos, pero si las partes más importantes.

“Me siento honrado de trabajar con un grupo de personas tan talentosas y dedicadas. “Y cerró diciendo: “Estoy seguro de que, juntos, podemos continuar logrando cosas increíbles ¡Feliz Año Nuevo! ¡Que el próximo año sea aún mejor que este!”, pero no podía faltar el cierre “tipo Beto”, que decía: Un fuerte abrazo, [Inserte aquí su nombre].

Hasta aquí todo normal. Lo que nos dejó a todos impresionados vino después; resulta que Beto había construido ese mensaje usando una herramienta llamada OpenaAI, específicamente uno de sus productos: ChatGPT, un modelo optimizado de lenguaje para diálogo, que presume que puede responder preguntas, aceptar sus propios errores, cuestionar premisas incorrectas y hasta rechazar solicitudes inapropiadas.

Pero lo que nos “voló la tapa de los sesos” fue que la única instrucción que Beto le dio a la herramienta fue: “Escríbeme un discurso de fin de año para mi equipo de trabajo”, y la inteligencia artificial hizo el resto. Así como ustedes, me quedé yo y conmigo todos los Metricsers. Ya nos alcanzó el destino.

COLUMNAS ANTERIORES

Tesla en la ‘tablita’ y el fracaso titánico de Apple
Las lecciones del ciberataque a Coppel

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.