Javier Murillo

Una suma inteligente

Para la cada vez más dinámica industria 4.0, la suma de la robótica con la IA representa una opción para mejorar de manera drástica los procesos de ensamblaje y producción.

Este robot, muy afamado en los últimos tiempos, se dedica a empacar. Toma los elementos que deben incluirse en la caja final y los deposita, con precisión, en el orden y momento correctos.

Desde hace quizá ya décadas, hemos visto máquinas que auxilian a los humanos en ese tipo de tareas. Pero en el caso de ésta, a la que nos referimos, hay un plus frente a sus antecesoras: ha sido dotada de inteligencia artificial (IA), que significa un paso adelante en sus funciones.

A diferencia de otras, a esta no se le deben pasar en una banda automatizada los objetos en el orden en que deben ser acomodados. El brazo de este robot escoge en cajones, donde sus objetivos están mezclados, al correcto en cada momento del proceso; sabe discernir, independientemente de si el producto viene volteado, de lado, inclinado.

Se trata de una herramienta ideada con algo que se llama ‘cerebro covariante’, manufacturado por la alianza Covariant y ABB en Estados Unidos, las cuales dotaron a su producto de una capacidad para elegir lo que debe asir. Viene ensamblada con una cámara con la que mira los elementos y puede diferenciar entre unos y otros.

Se trata de robots inteligentes que han llamado mucho la atención de la industria. Sus creadores afirman que su visión es el cerebro covariante: “IA universal que permite a los robots ver, razonar y actuar en el mundo que los rodea. Estamos llevando el cerebro covariante a la viabilidad comercial, comenzando con las industrias que fabrican, mueven y almacenan cosas en el mundo físico”.

Para la cada vez más dinámica y demandante industria 4.0, la suma de la robótica con la IA representa una extraordinaria opción para mejorar drásticamente los procesos de ensamblaje y producción, con un abaratamiento de gastos, en corto plazo, y notable reducción de fallos que siempre representan pérdidas.

De lo más destacable e innovador es que se sustituye a las aplicaciones rígidas por capacidades de aprendizaje. Decenas de miles de productos, normalmente en constante cambio, pueden ahora ser manejados con rapidez y precisión, con la ventaja de máquinas que aprenden y se afinan a sí mismas.

Ya logran estos robots inspeccionar y analizar defectos y optimizar los procesos de forma, en un sistema que, desde luego, seguirá en perfeccionamiento.

La conjunción de IA y máquinas automatizadas, con esta ventaja de los robots que tienen la capacidad de aprender, optimiza la labor con los humanos, en entornos más dinámicos y flexibles.

Esa característica representa la respuesta que los empresarios esperan de su inversión y requieren para ser más competitivos.

Todos los analistas reconocen que, en áreas como el pujante y dinámico comercio electrónico, catapultado en el último año y medio por la pandemia de Covid-19, este tipo de tecnología se vuelve fundamental.

Si se da de forma inteligente, el gran paso que significa dotar a los robots con IA deberá implicar la sana coexistencia del trabajo humano y el automatizado, en beneficio de todos.

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