El fiscal de hierro

El tiempo del Estado de derecho

Los gobiernos no han sido capaces de consolidar un verdadero Estado de derecho, basado en la estricta aplicación de la ley y el respeto de las instituciones. Las consecuencias son dolorosas.

Seguramente, cuando se publique esta columna, el futuro de México habrá sido decidido en las urnas, espero y tengo la convicción de que los mexicanos hayamos tenido la suficiente inteligencia para votar a favor de quien deba regir los destinos de nuestra patria; confieso que yo voté por Xóchitl Gálvez, porque estoy convencido que es la mejor opción para terminar con un gobierno de mentiras y corrupción.

Si los destinos son diferentes, a quien llegue, yo la conmino a reflexionar que hoy México atraviesa uno de los momentos más graves de su historia en materia de seguridad. La escalada de violencia, impunidad y corrupción es una constante en la vida de México.

Los gobiernos no han sido capaces de consolidar un verdadero Estado de derecho, basado en la estricta aplicación de la ley y el respeto de las instituciones, las consecuencias son dolorosas, la inseguridad ha golpeado a todos por igual y la sociedad vive entre la incertidumbre y el miedo. Por eso, afirmo, que quien llegue a regir los destinos de México entienda claramente que la Constitución General de la República, nos ordena a tener y respetar el sagrado deber de procurar y administrar justicia.

Considero que hoy es el momento en que se debe aprovechar la conciencia de los mexicanos para iniciar una cruzada enérgica contra todos aquellos que dilapidan los bienes de la nación.

Hoy es el momento de darle a este país y a quienes tenemos la dicha de haber nacido en él, la tranquilidad, la seguridad y la paz que merecemos.

Con el debido respeto para los lectores, considero que es momento en que no debemos seguir siendo lo que vulgarmente se llama ‘críticos de café', es sencillo criticar en la oscuridad y no aprovechar la libertad que la ley nos da a los mexicanos para decir y hacer lo que uno piensa, máxime cuando estamos viendo que la nación que nos vio nacer se derrumba acosada por la impunidad, la corrupción, la delincuencia organizada; qué triste es ver que impunemente dilapidan, mejor dicho, se roban los fondos de la nación, qué triste es ver fiscalías generales de justicia que incumplen, ya sea por negligencia o corrupción, que incumplen el sagrado deber de procurar y administrar justicia. La ley es fría y así debemos aplicarla, sin distinción, porque quien viola la ley, debe ser castigado, el hecho de no hacerlo, provoca impunidad.

Hasta hoy no puedo entender en qué momento se perdió la distinción de lo que es bueno y de lo que es malo, en qué momento se destruyeron los valores de la lealtad. La lealtad a la patria, la lealtad al amigo, la lealtad a la familia, la lealtad al trabajo, la lealtad a los padres; con todo respeto, afirmo, qué triste es lo que vivimos.

Por eso mismo, quien por la voluntad de los mexicanos llegue a regir los destinos de nuestra patria, debe entender, con toda claridad, que con el futuro de México no se juega, que la ley es la ley y que no aplicarla provocará el derrumbe de un México que no merece lo que está viviendo.

A quien elijamos los mexicanos, debe olvidarse y dejar de mentir, no podemos seguir engañando a un pueblo que tiene sed y hambre de justicia, “de que vivimos un Estado de derecho sólido”, qué afirmación más lejana, qué mentira tan palpable, que se convierte en diatriba política. ¿Por qué afirmo esto? Porque desgraciadamente, mientras los que nos gobiernen, no entiendan que la justicia es la seguridad, que el pueblo requiere, para que ésta sea administrada a todos los sectores por igual, que mientras esto no suceda, repito, no podemos afirmar que vivimos en un Estado de derecho.

Lo que hoy México vive, lo que a diario escuchamos o vemos en las noticias, es cómo privan de la vida a mexicanos que pretenden ocupar cargos electorales, cómo la sociedad camina con temor, hoy vemos estados como Chiapas, Guerrero, Michoacán, Zacatecas, Tamaulipas, Guanajuato y otros más, que están sojuzgados y controlados por la delincuencia.

¿Qué es lo que falta? Cuando tenemos una estructura legislativa para la seguridad nacional, cuando tenemos normas perfectamente definidas para el combate a la corrupción, a la criminalidad, a la delincuencia, pero desgraciadamente estas normas son mal aplicadas, si éstas fueran correctamente aplicadas, México sería otro, porque recordemos, no existen instituciones malas, como este gobierno ha pretendido juzgarlas, malos y perversos son aquellos que las dirigen, o porque no tiene capacidad para hacerlo o porque desvían sus fines, para beneficio propio o de algún grupo, los fines para lo que fueron creadas estas instituciones. ¿De qué sirve tener leyes, códigos, reglamentos? Si no las aplicamos, si nos burlamos de ellas.

Ojalá, quienes por voluntad popular lleguen a gobernar este país, entiendan que a México hay que servirlo, no servirse de él.

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