Jaime Sanchez Susarrey

Réquiem por el PAN

El PAN, partido de los principios, de la defensa del voto y el derecho a la propiedad, termina como alcahuete de una ley arbitraria y anticonstitucional.

El PAN fue el partido que mejor libró el tsunami del año pasado. El PRI quedó en tercer sitio y el PRD prácticamente desapareció del mapa. Todo indicaba, por consiguiente, que Acción Nacional se convertiría en el principal opositor al gobierno de AMLO.

No sólo esos resultados avalaban al PAN, estaba también su historia como partido de principios y valores. Acción Nacional nació, en 1939, como defensor del voto y la propiedad privada, en clara oposición a las políticas del cardenismo. Este 16 de septiembre cumplirá 80 años.

Su brega de eternidades lo convirtió en una organización de ciudadanos con convicciones frente al pragmatismo del PRI. Fue también el partido de los hombres que vivían para y no de la política. Y durante décadas fue el principal opositor al fraude electoral y la estatización de la economía.

En 1982, cuando López Portillo dio un albazo y estatizó la banca, Acción Nacional fue el único partido que se opuso frontalmente; del lado de la izquierda (PSUM, PMT) hubo vítores y apoyo manifiesto al manotazo presidencial.

El PAN denunció entonces la medida como anticonstitucional. Y no le faltaba razón. La expropiación registró una serie de irregularidades que debieron haber conducido a la Suprema Corte a anularla. Pero no pasó nada. En aquellos tiempos el PRI tenía el control absoluto del Congreso, y los ministros de la Corte no se atrevían a desafiar al presidente de la República.

Por eso no fue casual que Manuel Clouthier, que abanderó las protestas contra la estatización de la banca, haya decidido postularse a la presidencia de la República, en 1988, bajo los colores de Acción Nacional.

Posteriormente, en 1988-89, el PAN se convirtió en el interlocutor inteligente y responsable del gobierno de Salinas de Gortari, abriendo el camino a la transición democrática con el Instituto Federal Electoral, la credencial de elector y el primer gobernador de oposición en todo el país –Baja California.

Ya en tiempos recientes, después de 12 años de alternancia, el PAN fue el único partido que se opuso la reforma fiscal de Peña Nieto, diseñada por Luis Videgaray para exprimir a los causantes cautivos y las clases medias.

Pues bien, todo ese capital político, que no es de poca monta, ha sido echado por la borda. Tanto los senadores como los diputados del PAN votaron a favor de la Ley de Extinción de Dominio, que es manifiestamente anticonstitucional y atenta contra uno de los derechos humanos fundamentales: la salvaguarda de la propiedad privada.

Pero no sólo eso. Viola también la presunción de inocencia y permite que un bien sea expropiado y vendido por el gobierno antes de que se dicte sentencia sobre el ciudadano sometido a proceso.

Semejante arbitrariedad no tiene precedente.

Vaya, ni siquiera el decreto de expropiación bancaria de López Portillo fue tan arbitrario y anticonstitucional y, sobre todo, sus efectos sobre los ciudadanos de a pie no tuvieron ni remotamente el alcance que tendrá la Ley de Extinción de Dominio sobre el patrimonio de hombres y mujeres, que nada deben y nada deberían temer.

Es por eso que es una verdadera vergüenza que los diputados y senadores del PAN hayan votado a favor de esta ley. Vergüenza que tiene nombres y apellidos. Dos relucen particularmente: Marko Cortés, presidente del PAN, y Damián Zepeda, senador y expresidente del PAN; ambos, en su momento, muy cercanos a Ricardo Anaya.

Vueltas que da la vida. Tatiana Clouthier, que abandonó el PAN en 2005 y se sumó a la campaña de AMLO, asumió una posición más sensata y valiente que los panistas. Y, a mucha honra, los diputados del PRD se opusieron frontalmente a la ley porque atenta contra los ciudadanos.

¿Cómo explicar semejante giro de los panistas? ¿Por falta de información e inteligencia? ¿No entienden las graves consecuencias de lo que aprobaron? Ni los argumentos de los perredistas ni Tatiana Clouthier ni la campaña que ha emprendido la Coparmex les han abierto los ojos. ¿Por qué? ¿Son los intereses, complicidades y beneficios, manejados por los gobernadores, la fuerza que los ciega y ensordece?

Sea de ello lo que fuere, qué deshonra para Gómez Morín, González Luna, Christlieb, Luis H. Álvarez, Castillo Peraza y tantos otros. El partido de los principios, de la defensa del voto y el derecho a la propiedad, termina como alcahuete de una ley arbitraria y anticonstitucional, que atenta contra la libertad y el patrimonio de los ciudadanos.

Réquiem por el PAN.

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