Isabel Cruz

PATMIR: la eficacia de un buen diseño en políticas púbicas para la inclusión financiera y el desarrollo en zonas rurales

Isabel Cruz muestra cómo este programa logró bancarizar a 1.3 millones de personas en zonas rurales y en comunidades de alta y muy alta marginación.

En un horizonte de veinte años (2000-2018), el Programa de Asistencia Técnica a las Microfinanzas Rurales (PATMIR) es sin duda el de mayor impacto y alcance en materia de finanzas populares. En los cinco años de su Fase III, (2013-2017) el Patmir, logró bancarizar a 1.3 millones de personas -verificables con Padrón de beneficiarios-;82% en zonas rurales y 37% en comunidades de alta y muy alta marginación. Logró incluir la participación de 213 sociedades de ahorro y crédito (cooperativas, sofipos, sofincos) que tuvieron acciones a través de 2,350 sucursales con influencia en 43,100 localidades de 2,341 municipios y 32 estados de la República.

Sin ser un programa orientado exclusivamente a mujeres, logró un enfoque de gran profundidad a favor de las mujeres. Del padrón con 1.3 millones de personas, 59% fueron mujeres, es decir 767 mil mujeres lograron acceso a una cuenta de ahorro en una institución financiera formal gracias a este programa, esas cuentas de mujeres rurales alcanzaron un promedio de $5, 595 pesos, sólo 6% menos que los hombres. En la atención a indígenas, el 29% de los beneficiarios del Patmir son indígenas con ahorros promedio de $3,741 pesos, que en monto, son 57% menores que el monto promedio de los no indígenas ($6,581 pesos), revelando la desigualdad en que viven los hombres y mujeres indígenas.

El diseño del Patmir enfocado al ahorro y a operar en zonas rurales a través de organismos de finanzas populares, mostro gran eficacia en el impacto de la pobreza. Siendo el único programa con alta calificación de CONEVAL: en diseño (3.4 sobre 4 puntos) y de consistencia y resultados (9.14 de 10 puntos), extraña la poca atención e importancia que le han dado las autoridades. Con un presupuesto de 200 millones anuales (1000 millones en total durante cinco años), logró mover las cifras de INEGI a favor de la inclusión financiera de México, algo que los múltiples programas de Garantías Liquidas (SAGARPA, FIRA, Financiera Nacional de Desarrollo, con más de 35,000 millones) no lograron.

En abierta contradicción con sus resultados, en 2017, el presupuesto de PARTMIR fue sacrificado al bajar de 200 a tan solo 60 millones de pesos. A pesar que ese año la entonces Subsecretaria de Hacienda Vanessa Rubio recibió en Japón el Premio internacional de Ministros a la inclusión financiera de mujeres. Mas tarde en 2018 la Dirección General de BANSEFI a cargo de Virgilio Andrade se encargo de desplumar aún más el incipiente presupuesto y reducirlo de 60 a tan solo 16 millones, transfiriendo el resto del presupuesto a las prioridades internas del banco. Una muestra más de porque los puestos de Dirección de la banca de desarrollo no pueden ser ocupados como premios políticos por personas sin vocación y sin conocimientos.

¿Porqué los programas de inclusión financiera con buen diseño, amplio impacto, desarrollando mercados sostenibles no importan a las autoridades y priorizan en la agenda programas de subsidio directo al crédito? Miles de millones de pesos se han perdido en este hoyo negro del desarrollo. Importa en una época de cambio estructural y de prioridad al campo y al combate a la pobreza que este programa PATMIR sea rescatado, revalorado, asignado presupuesto y relanzado.

Propuesto en 1998, por organizaciones rurales en el marco del seminario internacional ¿Qué sistemas financieros para los pobres rurales? (Taxco, Guerrero, 1998), el PATMIR nació en el año 2000 como resultado del diálogo entre autoridades (SAGAR, hoy SAGARPA y la SHCP) que aceptaron pilotear un programa basado en el ahorro y orientado a zonas rurales. En un momento que aún existía la extendida creencia que el crédito era más importante que el ahorro para impactar el desarrollo.

Los resultados del PATMIR no son sólo de una política pública inteligente que logro escuchar a la sociedad rural; o de los operadores que lograron depurarlo, ajustarlo y masificarlo para hacer un esquema flexible con incentivos alineados para su mayor eficacia. Es sobre todo el resultado del trabajo de decenas de instituciones financieras con vocación de bancarizar a los micro-ahorradores en zonas rurales. Una vocación que en la guerra contra la pobreza debe tener un lugar especial.

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