Isabel Cruz

Bancarización de remesas: ¿Es posible cambiar de consumo a inversión el destino de las remesas?

Isabel Cruz Hernández indica que bancarizar las remesas no significa que cambien su uso y destino familiar, sino que este se mantiene, pero el acceso al ahorro, permite a los migrantes y sus familias construir patrimonios familiares, suavizar el consumo y diferirlo.

Una de las grandes oportunidades de desarrollo en México se encuentra en las remesas internacionales que cada año llegan a México. Más de 100 millones de envíos individuales y más de 660 mil millones de pesos cada año, tres veces la inversión privada que llega al país y cinco veces el presupuesto de Prospera. Un enorme flujo de dinero, producto del trabajo de nuestros paisanos, que periódicamente envían a sus familiares para resolver problemas de alimentación, educación, salud, vivienda, vestido y otras necesidades del hogar, incluyendo ahorro y algunas inversiones productivas,que no rebasan el 2.5%. Gracias a las remesas familiares, la pobreza no ha aumentado más en el país .

El ingreso familiar depende al menos en un 33% de las remesas, pero hay casos en que este porcentaje llega a 70% y otros en que no rebasa el 15%. Como sea, tienen una importancia estructural en la reproducción de la familia y en su bienestar, pero mucho más en unas regiones que en otras, la intensidad migratoria varía y su estudio e impactos regionales aún no se estudian adecuadamente. Para desarrollar las regiones de origen, hay que tener claro que no todas tienen el mismo potencial. Una tipología de amplio espectro contempla al menos tres categorías: regiones con potencial productivo, regiones con posible potencial y regiones con poco potencial. Según sea el caso se requiere más o menos intervención del gobierno, acompañando el acceso al crédito.

Las estadísticas de BBVA dicen que la remesa promedio es de 322 dólares y la frecuencia mensual, también ubica en las grandes ciudades de México, Monterrey, Guadalajara, Puebla, Michoacán, etc. el número mayor de remesas, lo que hablaría de una migración masivamente urbana, cuando los estudios ubican en origen rural la mayoría del flujo migratorio. Además se ubica masivamente (67%) el pago de remesas a través de tiendas departamentales y remesadoras con un mínimo porcentaje de uso de servicios bancarios. Confirmando nuevamente la amplia exclusión financiera de los migrantes y sus familias.

Durante al menos tres décadas que las discusiones de desarrollo, hablan de la importancia de dar un giro al uso de remesas para que dejen de tener un uso en el consumo para transformarlas en inversión productiva. Este cambio es posible a través de la bancarización de remesas, es decir ofreciendo a las familias migrantes acceso a formas de ahorro seguras y próximas a sus comunidades. Bancarizar remesas no significa que cambien su uso y destino familiar. Este se mantiene, pero el acceso al ahorro, permite a los migrantes y sus familias construir patrimonios familiares, suavizar el consumo y diferirlo (alargar el tiempo de uso); la frecuencia y constancia de remesas, de depósitos y de retiros de ahorro en instituciones locales, permite construir bases monetarias constantes. Esas bases monetarias administradas por sociedades cooperativas de ahorro y préstamo o por sociedades financieras comunitarias (por intermediarios financieros) ofreciendo créditos a los actores económicos del territorio permiten financiar el desarrollo.

Bancarizar remesas, construir sociedades financieras locales y promover el dinamismo económico en las regiones de origen sí pueden impactar en detener o ralentizar la migración masiva. Pero lo más importante, de inmediato, aprovechar el enorme flujo de dinero que hoy llega a zonas de origen donde no existen formas de intermediación financiera (reforzando la doble exclusión financiera de los migrantes), para impactar directamente hogares, comunidades y territorios de origen de la migración.

Para que este cambio sea posible y las remesas posibiliten un proceso de capitalización financiera para invertir en desarrollo, el enfoque debe ampliarse. Por un lado al territorio, a las economías y a la inserción financiera de todos los actores económicos en comunidades de origen. Por otro lado a la construcción de sistemas financieros con enfoque local y vocación de servicio al desarrollo local. Una función que no tendrán los bancos comerciales, ni siquiera los de desarrollo, mucho menos los sistemas actuales de corresponsalías tipo Oxxo que se llevan la liquidez rural hacia las grandes ciudades, reduciendo aún más el dinamismo económico en zonas rurales.

Bancarizar remesas, con enfoque de desarrollo requiere comentar la construcción de asociaciones e instituciones financieras para el desarrollo local; instituciones de banca social (Sociedades cooperativas de ahorro y préstamo y Sociedades financieras comunitarias) con vocación de servicio a sus socios en comunidades rurales. Un amplio movimiento de economía social y solidaria basada en comunidades migrantes.

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