Ciudad Abierta

Un Tianguis Turístico sin excesos

El Tianguis Turístico ha sido una gran fiesta, en todos los sentidos: es el principal espacio que tiene la industria para comprar y vender, para cerrar contratos, para hacer negocio y para hacer relaciones públicas.

Con respecto a la celebración del Tianguis Turístico, hace tres años publicamos en este espacio lo siguiente:

"El año pasado, en Acapulco, el enojo de muchos de los presentes llegó a la indignación por los excesos cometidos en aras de la seguridad del presidente Enrique Peña Nieto desde la noche anterior a la inauguración..."

Narré cómo durante todo el primer día del evento fue de lo que más se habló y por la noche uno de los principales empresarios turísticos que hay en México, muy molesto, se quejó amargamente de la situación, señalando que tantas medidas de precaución causaban una serie de problemas e incomodidades a los asistentes, estorbando el desarrollo del mismo. "¿Pero sabes qué es lo peor?", me preguntó y se respondió a sí mismo: "que hoy, durante la comida, le aplaudimos todos, nadie se atreve a decir nada. Y así es".

Historias sobre este asunto hay muchas. Quien sea asiduo asistente al Tianguis Turístico durante las 43 veces que se ha celebrado seguramente puede platicar varias. En la mente están las imágenes de las tanquetas del ejército vigilantes desde el aeropuerto de Acapulco hasta el Centro de Convenciones —donde se realizó este encuentro durante muchos años—, el cual literalmente era sitiado y tomado por el Estado Mayor Presidencial desde un día antes de que llegara el Presidente de la República en turno, hasta el día siguiente, después de que se iba. Cuando el Jefe del Ejecutivo se despedía y las vallas metálicas que cerraban la mayoría de los accesos al recinto eran retiradas, todos los presentes exhalaban un respiro de alivio, invadidos por la sensación de la libertad recuperada.

Más reciente está la imagen del Centro Histórico de Mazatlán el año pasado —que fue sede del Tianguis—, normalmente lleno de vida y bullicio alrededor de la Plaza Machado, donde se apretujan restaurantes y bares, que lucía como pueblo fantasma la noche que el Presidente cenó, junto con mil invitados, cerca de ahí, en el Malecón. Con las calles cerradas, en cada esquina de esa zona decimonónica del puerto sinaloense había soldados armados con metralletas, obligando al cierre de todos los establecimientos que, contrario a lo que esperaban por el gran flujo de visitantes que llegaron al Tianguis, no tuvieron ingresos porque no pudieron abrir y dar servicio.

El Tianguis Turístico siempre ha sido una gran fiesta, en todos los sentidos: porque es el principal espacio que tiene la industria turística nacional para comprar y vender, para cerrar contratos, para hacer negocio, que es su principal objetivo; pero también para tener encuentros personales con sus contrapartes, para hacer relaciones públicas, para mirarse cara a cara, sin la frialdad del Internet. Pero el negrito en el arroz siempre han sido las molestias que, en aras de la seguridad de un solo hombre, causa a los otros miles de asistentes a quienes no les importa la política y sólo asisten con un interés netamente comercial.

A esto se refirió hace dos días el secretario de Turismo, Miguel Torruco, cuando afirmó que, a partir del próximo, que se efectuará en abril en Acapulco, ya no habrá más Tianguis Turísticos vigilados con tanquetas del ejército. "Ahora será cosa del pasado aquellos centros de convenciones prácticamente sitiados, que eran sede de los Tianguis", aseguró durante la conferencia de prensa que ofreció junto con el gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo Flores.

Aseguró que el de este año será un Tianguis distinto, donde ya no habrá "lo que todos hemos criticado. Cuando fui presidente de la Asociación Mexicana de Hoteles siempre decía que era indignante ver rodeado de tanquetas un evento donde el turismo es sinónimo de paz y comprensión entre los pueblos".

También prometió que ya no se les incomodará a los participantes, que usualmente debían esperar horas bajo el sol y hacer largas filas para ingresar al recinto pasando por los filtros de seguridad.

No obstante, precisó que aún no está confirmada la asistencia del presidente Andrés Manuel López Obrador, pero en caso de que se dé, únicamente habrá una ceremonia modesta en un salón "donde no va a haber obstrucción ni se va a hacer perder el tiempo a los compradores para que puedan negociar".

Esta nueva realidad en el desarrollo de un Tianguis Turístico será algo inédito que, sin duda, todos los asistentes van a agradecer y contribuirá a recuperar de tiempo completo la esencia del evento: un encuentro para concretar negocios. De eso se trata.

COLUMNAS ANTERIORES

Viajar de nuevo o… en busca del tiempo perdido
De cómo el Covid-19 ha cambiado el comportamiento de los viajeros, según la OMT

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.