Ciudad Abierta

Intentan reventar la Feria Internacional de Turismo en Madrid

Taxistas iniciaron una huelga en protesta de firmas como Uber y Cabiby, que afectó a toda la ciudad al dejarla sin su servicio y al cortar el tránsito en avenidas importantes.

Madrid. Esta semana la capital de España se preparó para recibir alrededor de 300 mil visitantes que comenzaron a llegar desde el sábado pasado con el fin de participar en Fitur, para muchos la feria turística internacional más relevante que hay.

En estos días, Madrid se pone de fiesta: refrenda su vocación turística al tener durante tres días, por lo menos, a estos cientos de miles de turistas adicionales a su flujo normal en esta época del año, llenando los hoteles de todas las categorías, comiendo en restaurantes, comprando regalos en las tiendas, abarrotando por las noches los bares y tomando taxis para trasladarse de un lugar a otro… ¡Ah!, no, esto último, aunque parezca increíble, no ocurrió esta vez.

Resulta que sucedió algo que ya vimos en México hace unos años y que, si llegamos a pensar que había provocado actos violentos, aquello no fue nada comparado con lo que está ocurriendo estos días en esta metrópoli.

La situación es que, como en otras partes de mundo, los taxistas están muy molestos por la manera en que Uber y Cabify —a los cuales aquí se refieren como "VTC" (Vehículos de Transporte con Conductor)— les han quitado buena parte del mercado, por lo cual eligieron precisamente a Fitur como su objetivo para reventarla y poner a las autoridades contra la pared para que cedan a sus peticiones de obstaculizar estos servicios de taxi por medio de una aplicación.

Este miércoles, que arrancó la feria turística, iniciaron una huelga que afectó a toda la ciudad al dejarla sin su servicio y al cortar el tránsito en avenidas importantes, vías rápidas y de acceso a la urbe, pero eligieron tener como epicentro a Fitur, ya que desde temprano cientos de taxis rodearon Ifema, el recinto sede de Fitur, y no permitieron que ningún vehículo particular llegara, para lo cual también encendieron grandes fogatas en la calle e incendiaron bancas justo afuera del recinto. Hubo agresiones a Ubers que se acercaron, les rompieron los vidrios con palos o piedras, y enfrentamientos con la policía. El lugar fue rodeado por decenas de patrullas y esto parecía todo, menos la fiesta a la que están acostumbrados los madrileños y los participantes de Fitur desde hace 39 años.

Los taxistas exigen que el gobierno reglamente este servicio novedoso que los ha avasallado desde su aparición ya hace varios años, imponiendo, por ejemplo, que para llamar a uno de estos autos por medio de la red, se tenga que enviarle la petición con horas de anticipación y no en el momento que se le requiere, como actualmente ocurre.

Para muchos, más que una protesta fue un burdo intento de chantaje al gobierno local; pero la acción resultó en un juego donde perdieron todos, comenzando por los propios taxistas que dejaron de operar en días donde la demanda de su servicio se eleva considerablemente por Fitur.

Estas protestas se iniciaron unos días antes en Barcelona, donde el gobierno estaría a punto de aprobar un decreto que obligaría a la precontratación del servicio con, por lo menos, una hora de antelación.

Ante esta probabilidad, las empresas VTC ya anunciaron que dejarían de operar en la urbe catalana y se irían. Algo similar puede ocurrir en Madrid.

Más allá de la pérdida de clientes, la inconformidad de los taxistas tiene su origen en que pagaron 130 mil euros para obtener sus placas de taxi, y el éxito de las VTC provoca que cada días haya más coches dando ese servicio, lo que, al mismo tiempo, provoca que el precio de un permiso de taxi se devalúe.

En la búsqueda de soluciones, Cabify acaba de proponer destinar cinco centavos de euro por kilómetro recorrido para crear un fondo para resarcir a los taxistas por la devaluación de sus licencias. Calculan que anualmente podrían recaudar 400 millones de euros.

En esta guerra, donde el consumidor parecer ser el que menos importa, cuando en realidad es el centro del conflicto porque es quien decide qué prefiere, han aparecido las propuestas más diversas y descabelladas. Sin embargo, visto desde fuera, la cosa se mira muy sencilla: los taxistas algún día entenderán que nada puede detener las modificaciones del actuar de una sociedad motivadas por los avances tecnológicos y, en lugar de enfrentar esta ola, deberían ir pensando en aprender a surfear para subirse en ella y sacarle provecho.

Eso es irremediable, pero, por lo pronto, los miles de asistentes a Fitur colapsaron la estación del Metro que lleva a Ifema, porque no había taxis, los VTC se quedaron insuficientes ante la enorme demanda y no había otra alternativa para llegar. ¿La próxima vez alguien considerará dejar de venir a Madrid para no sufrir estas incomodidades? ¡Claro que no! Esa es una de las virtudes de la industria turística: desde hace mucho aprendió que, pase lo que pase en un destino, la vida siempre sigue adelante.

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