Contracorriente

Democracia donde más se necesita

La brecha salarial se ha generado por la política económica basada en la demanda externa, los bajos salarios para favorecer la competitividad y el debilitamiento de la fuerza de los trabajadores.

Según The Wall Street Journal y The Financial Times, el triunfo de López Obrador implicará un reacomodo del capitalismo en México; sin duda también implica la reconfiguración de aquellas fuerzas políticas capitalistas que representaron el PRI y el PAN hasta la elección del 1 de julio y que, en adelante, las representará principalmente Morena.

López Obrador no es de izquierda marxista, ni lo guía la República Bolivariana chavista de Venezuela. Su campo de lucha es el diseño e integración del presupuesto federal como uno de los instrumentos para conseguir un mejor equilibrio en la distribución social de la riqueza.

La necesidad de mejorar el presupuesto con tal propósito la han recomendado, desde hace varios años, organismos internacionales como el Banco Mundial y la OCDE.

El otro recurso necesario -complementario del anterior- para lograr una mejor distribución de la riqueza es la democracia, no la que rige la pugna por el poder de los gobiernos, sino la que permita una elección genuina de los representantes de los trabajadores y campesinos, que les devuelva poder de negociación contractual. López Obrador no se ha pronunciado al respecto.

Una de las peores herencias del régimen que está por concluir después de muchas décadas, es la distribución del ingreso que resulta de la participación de los salarios y de las ganancias del capital en el PIB.

Dice el documento "La participación del trabajo en el ingreso nacional: el regreso a un tema olvidado", del Instituto Belisario Domínguez de la Cámara de Senadores (2016), que la participación de las remuneraciones salariales en el PIB ha disminuido de cerca del 40 por ciento que era en 1976 a 26 por ciento en 2013, mientras que el ingreso de empleadores y trabajadores por cuenta propia absorbió el 74 por ciento restante.

Las remuneraciones al trabajo en México son de las más bajas del mundo; están por debajo de Chile, Brasil, Guatemala o China. En Francia o Inglaterra, la relación es exactamente la inversa que la nuestra: la masa salarial absorbe el 70 por ciento del PIB.

Entre las causas de la enorme brecha entre salarios y ganancias del capital en México destacan, por un lado, la política económica de crecimiento basado en la demanda externa y en bajos salarios como factor central de competitividad y, por otro lado, el debilitamiento de la fuerza negociadora de los trabajadores.

Ni el PRI populista, de izquierda, ni el neoliberal de los noventa permitió nunca la libertad de organización democrática de los trabajadores; el tema, central en el reacomodo del capitalismo económico y político, hará que aflore el verdadero DNA político de López Obrador, que hasta ahora ha generado bastante confusión.

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