Contracorriente

Ante el calentamiento planetario, acciones territoriales

En México tenemos que empezar por hacer que el gobierno le dé al tema del cambio climático la mayor importancia que merece.

En el mundo están ocurriendo cosas que nos deberían importar más que la agenda política que impone el presidente López Obrador cada mañana; una de ellas es el calentamiento global ante el cual, contra lo que pudiera decirse, algo podemos hacer en México para adaptarnos y sufrir lo menos posible la alteración climática.

El pasado mes de julio se superaron todas las marcas de altas temperaturas en el planeta, y fueron tan altas en Francia que causaron decenas de muertes; conforme se hace más claro el riesgo del cambio climático para la vida, se hace más obvia la falta de voluntad entre los gobiernos para hacerle frente.

En 2015, en París, los líderes del mundo dijeron estar decididos a hacer lo necesario para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y vea usted que, según la Organización Meteorológica Mundial, el dióxido de carbono lanzado a la atmósfera entre 2015 y lo que va de este 2019 aumentó 20 por ciento con relación al quinquenio anterior.

Los científicos expertos en el tema advierten que las señales y el impacto del cambio climático se están acelerando; le repiten a los gobiernos con desesperación que la humanidad enfrenta una amenaza sin precedentes y que se necesitan respuestas sin precedentes.

Sin embargo, sólo medidas que formen parte de inversiones y negocios tienen respaldo de los gobiernos. Por lo menos los jóvenes, como Greta Thunberg, sueca de 16 años de edad que logró que millones de adolescentes se manifestaran esta semana en ciudades de Europa, Asia, África, América, tienen claro el problema.

Si los gobiernos más poderosos del mundo no hacen nada para frenar colectivamente esta amenaza a la vida, incluyendo la humana, ¿qué podemos hacer en México, uno de los países que menos contaminan la atmósfera? Lo primero es adaptarnos ante lo inevitable.

Es lo que en Europa están haciendo, con varios elementos a su favor: son sociedades de alto nivel educativo, baja desigualdad social, fuerte presencia del Estado en sus niveles federal, estatales y equivalentes a nuestros municipios, y una sociedad bastante participativa.

Esas condiciones le harán relativamente manejables a las autoridades locales, regionales y nacionales situaciones que llegarán a presentarse durante la próxima década o a lo sumo dos, de escasez de alimentos, fenómenos meteorológicos extremos con efectos destructivos de bienes públicos y privados, desplazamientos de poblaciones y lamentablemente, víctimas mortales.

En México tenemos que empezar por hacer que el gobierno le dé al tema la mayor importancia que merece; López Obrador ni siquiera asistirá a la Asamblea de la ONU y los temas que se presentarán a nombre de nuestro país son, en primer lugar, la migración y los derechos humanos.

En materia del cambio climático, solamente "refrendaremos nuestros compromisos internacionales para atajar la crisis climática, específicamente en materia de adaptación para proteger a las poblaciones marginadas que son las más vulnerables a sus efectos", escribió Martha Delgado, subsecretaria para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la Cancillería (El Universal, 24/09/2019)

El cambio climático exige mucho más. Exige una efectiva capacidad del Estado en sus tres niveles de gobierno, no sólo para proteger -acentuada inclinación de este gobierno- sino para movilizar productivamente al 80 por ciento de las unidades agrícolas del país; son minifundistas, pero tienen el mayor potencial productivo, desperdiciado por falta de insumos y servicios que la pequeña agricultura familiar no puede pagar.

Las tres condiciones para mitigar los efectos del cambio climático son proteger, restaurar y financiar lo que haya que financiar. La pequeña agricultura campesina es la población objetivo idónea de una estrategia rural que articulara esos tres propósitos.

Para ello, ha escrito Cassio Luiselli en varios de sus libros, como el que presentó el lunes pasado en el Foro Consultivo Científico y Tecnológico titulado Territorios, ciudades y pequeños productores: estrategia para el crecimiento y la seguridad alimentaria, el Estado mexicano tendría que comenzar a diseñar sus estrategias atendiendo a la heterogeneidad del espacio territorial del país, en el que se desenvuelve la enormemente diversa población rural.

Federalizar políticas y programas en la dimensión territorial, es uno de los primeros pasos necesarios para destrabar el potencial productivo de la pequeña agricultura familiar, en cuyas manos está la seguridad alimentaria y la capacidad de resiliencia ante los embates del cambio climático.

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