Contracorriente

Es inverosímil y sin embargo…

El proceso electoral en curso podría acentuar la polarización de creencias y exacerbar las tensiones políticas y sociales.

Hace unos días vi un video en redes sociales en el que Nora Ruvalcaba Gámez, quien fuera candidata por Morena al gobierno de Aguascalientes en 2022, dice que ese estado se desarrollaría con la riqueza del petróleo, que no requería del dinero de los ricos, que se llevaran sus fábricas… y al presidente López Obrador se le oye decir que el pueblo no necesita ni quiere más que un par de zapatos.

Lo que me sorprendió fue que personas pensantes e informadas de un chat en el que participo, llegaran a considerar creíble lo que la manipulación por inteligencia artificial les hizo ver y oír. Es la predisposición anímica a creer cualquier cosa que afirme sus creencias, en este caso, en contra de la 4T, y lo mismo ocurre a quienes la defienden ciegamente.

Es la fuerza que tienen las creencias, que son ideas petrificadas que comparten personas que llegan a perder los estribos y a exhibir inclinaciones autoritarias cuando entran en confrontación de sus creencias con quienes tienen ideas diferentes.

Por causas como esa se llegan a distanciar amistades y familias.

El filósofo español José Ortega y Gasset decía que somos lo que creemos; a las creencias como fuente de convicciones las consideraba de mayor influencia en las actitudes y conductas que a las ideas porque, argumentaba, son los supuestos básicos de nuestras argumentaciones y de nuestra conducta aunque no llegamos a ellas razonando; las tomamos del ambiente social, pertenecen a la época que nos toca vivir.

Las creencias, dice Ortega y Gasset, llevan a una de las infinitas maneras que “el hombre puede elegir para ser un imbécil” que es la de negarse a observar y aprender los puntos buenos y los valores positivos del otro modo de pensar.

Estamos viviendo en México un ambiente ya electoral, como sea que la ley lo considere, que viene afectado por la polarización que ha despertado (ahí estaba latente en las desigualdades sociales) la 4T, alimentada, tanto por los aguerridos vilipendios presidenciales como por las tensiones y ofensivas que han desplegado radio, televisión y la mayor parte de los medios impresos en contra del gobierno.

Algunos comentaristas, comerciantes de la información, transmiten aborrecimiento a López Obrador en lo personal al descalificar cualesquiera que sean las acciones de gobierno. Y entre las clases medias es harto frecuente encontrarse con expresiones denigrantes del presidente.

El proceso electoral en curso podría acentuar la polarización de creencias y exacerbar las tensiones políticas y sociales; los partidos y sus candidatos harán lo que puedan por tocar los sentimientos del electorado apelando a sus creencias, no a su razonamiento.

Los medios de comunicación tendrían que jugar un papel diferente para atemperar los ánimos; no estamos en una refriega, como ha dicho José Cárdenas en Radio Fórmula, sino en una contienda que hay que mantener dentro de sus cauces normativos.

“La comunicación es algo sagrado”, dijo el Papa Francisco en una entrevista concedida a la Agencia Nacional de Noticias de Argentina. “Es de las cosas más lindas que tiene la persona humana y los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad” en elevar el debate social con lo que transmiten.

Lo que transmiten tiene que ser no sólo lo que les conviene, silenciando información que va contra sus intereses o creencias, y tiene que evitar la falsificación de hechos.

Como también dijo el Papa en la entrevista referida, “Comunicar es involucrarnos y tenemos que ser muy conscientes de involucrarnos bien”.

En nuestro caso, involucrarnos bien requiere información de más calidad acerca de lo que está en juego en la elección entre dos proyectos políticos, uno mejor que el otro, aunque ninguno que merezca un juicio sumario sin mayor análisis y reflexión.

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