Contracorriente

Fábrica de pobres

La desigualdad socioeconómica es el problema común a todos los países en los que la pandemia arrastró a la pobreza a millones de personas.

México tiene hoy más pobres que en 2019, enorme problema que no causó solamente la pandemia o las fallas que pudieran tener los programas sociales del gobierno; hay algo más que explica que al igual que en nuestro país, se produjeran más pobres en Italia, España, Portugal, Estados Unidos, por tomar sólo esas referencias, a pesar de que todas distribuyeron enormes apoyos fiscales a empresas y familias para enfrentar el apagón económico y la reclusión sanitaria.

El problema común a todos los países en los que la pandemia arrastró a la pobreza a millones de personas, es la desigualdad socioeconómica, asociada a la precariedad de los ingresos laborales; ningún apoyo fiscal puede compensar esa deficiencia.

La desigualdad en la distribución de ingresos es el mayor problema que se tendría que resolver -a partir de mejores empleos y salarios, aunque no sólo- para que pudiera ocurrir una recuperación dinámica, justa y ambientalmente sustentable.

De no ocurrir correctivos en ese sentido, y mientras 56 millones de personas -1 por ciento de los 5.300 millones de adultos en el mundo-, concentren 45 por ciento de toda la riqueza personal global, la fábrica de pobres seguirá en plena actividad. El otro 99 por ciento de la población se reparte el 55 por ciento de la riqueza restante, pero no equitativamente, lo que tiene actualmente a mil 500 millones de personas en pobreza, 200 millones más que en 2019.

No está de más recordar que en México, en 2019, el 10 por ciento de la población con ingresos más altos captó 53.7 por ciento de los ingresos y que la mitad de las familias mexicanas sobrevive con 10.1 por ciento del ingreso nacional.

Cómo no iba a ocurrir que ante el confinamiento por la crisis del Covid-19, y la pérdida consecuente de empleos e ingresos, no hubiera en 2020 más pobres que en 2018; 3.8 millones de mexicanos para ser precisos, para sumar 55.7 millones, un 2 por ciento adicional según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Y la cuenta no es mayor gracias a las remesas y a las transferencias de efectivo de los programas sociales.

El asunto es que la fábrica de pobres -salarios bajos e inestabilidad en el empleo- está trabajando desde hace décadas en muchos países y la pandemia evidenció la vulnerabilidad y empobreció a los estratos bajos; en España, por ejemplo, la población que vive en pobreza aumentó de 20.7 por ciento a 22.9 por ciento según la ONG OXFAM; en Italia viven un millón 346 mil menores en condiciones de pobreza absoluta, 209 mil más que en 2019, mientras que según datos divulgados por el Observatorio Social Fundación La Caixa, la tasa de pobreza en Portugal era de 18.3 por ciento y ahora se sitúa en 23 por ciento. El gasto fiscal promedio de la Unión Europea para enfrentar la pandemia durante 2020 fue algo mayor a 4 por ciento del PIB, y mucho mayor en varios casos, como el de Alemania y Francia.

Durante 2020, Estados Unidos adoptó medidas para mitigar el impacto de la crisis por Covid-19 que elevaron su déficit fiscal de 4.6 por ciento en 2019 a 15 por ciento del PIB en 2020; a pesar de tal gasto, el porcentaje de personas en situación de pobreza había aumentado de 15 por ciento antes de la pandemia a 16.7 por ciento en septiembre del año pasado, hace 12 meses. En contraste, la riqueza conjunta de los 651 estadounidenses con más de mil millones de dólares en su haber personal, aumentó más de un millón de millones de dólares.

Las desigualdades se hacen abismales por una distribución inequitativa del PIB entre salarios, y amortización y utilidades del capital empresarial; esa relación era en Europa cercana a 70 laboral /30 empresarial, pero después de 30 años de estrategias de empleo neoliberales, se acerca ahora a 60/40. En México la masa salarial llegó a ser de 36 por ciento en 1980, pero es inferior a 30 por ciento del ingreso nacional ahora.

El principal ingreso de las familias mexicanas es el salario laboral de sus miembros; la casi generalidad de bajos salarios mantiene a las familias en condición indefensa en caso de pérdida de empleo o de ingresos de cualquiera de sus miembros, y esa es la causa principal del aumento del número de pobres durante la pandemia.

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