Contracorriente

Biden ve al pasado

El Estado en cada país tiene que volver a jugar el papel que tuvo, y eso es para lo que el gobierno de Joe Biden se está preparando.

Las crisis capitalistas más graves tienen que ver con una capacidad productiva instalada que no puede seguir creciendo, porque ha rebasado a la capacidad solvente de los mercados; las inversiones productivas se detienen en varios sectores que solían ser los más dinámicos y durante años se orientan a la fusión corporativa de empresas y a inversiones financieras y bursátiles.

Para salir de esa situación, tiene, primero, que desaparecer el capital excedente (quiebras y fusiones) y eso es precisamente, lo que empezó a hacer el neoliberalismo y culminó la pandemia del Covid-19 con enorme eficacia; segundo, el Estado en cada país tiene que volver a jugar el papel que tuvo, y eso es para lo que el gobierno de Joe Biden se está preparando.

El plan de Biden consiste, en términos muy generales, en programas de inversión pública masiva -en varias direcciones- que estarían solventados por una recaudación fiscal progresiva. Paul Krugman, premio Nobel de Economía, hace notar que en la era de mayor prosperidad estadounidense -la de la posguerra hasta los 70- el gobierno invertía mucho en obras públicas y cobraba altos impuestos a corporaciones y personas que ganaban más.

Lo que Biden se propone es elevar impuestos para solventar un gasto público extraordinario, que va en tres direcciones: apoyo a las familias y a los servicios de educación y salud que necesitan; un plan para generar empleos y el plan de infraestructura, por 2.2 billones de dólares a invertir en ocho años, el cual incluye transporte, carreteras, ferrocarriles y apoyos en investigación y desarrollo a la industria.

Los republicanos ya divulgan que los planes de Biden tienden al ‘socialismo’; lo cierto es que representan un rompimiento con el neoliberalismo y un regreso a políticas exitosas del pasado.

Hay al menos tres desafíos en los planes de Biden: uno es que la pandemia tiene que ser sometida globalmente, no sólo en Estados Unidos: nadie estará a salvo de contagios hasta que todo el mundo comparta la misma seguridad sanitaria.

Dos, que la recuperación debe ser global, a un ritmo semejante de todos los países; el problema es que la capacidad fiscal de los gobiernos para intervenir es profundamente asimétrica entre naciones ricas y ‘emergentes’ pero, dada la integración económica, el crecimiento sostenido de aquéllas necesita que haya una fuerte recuperación en todas partes. Y eso supone afrontar problemas como la deuda y orquestar ciertas políticas, como lo hace el TMEC.

El tercer desafío es hacer que la recuperación no sea sólo económica sino también ambiental; el problema es que el mundo todavía depende del carbón, petróleo y gas como fuentes de energía en un 80 por ciento, por lo que la meta de reducir las emisiones de CO2 a cero en 2050 pareciera inalcanzable, pero los expertos en cambio climático consideran que el 2050 está muy lejos, y que la meta debería alcanzarse en 2030 para evitar temperaturas que pongan en riesgo la agricultura y el aumento de víctimas por desastres naturales.

Decíamos al inicio que la crisis es falta de oportunidades de inversión privada y aunque durante años los bancos centrales y gobiernos han estado imprimiendo dinero de manera frenética, no se ha conseguido estimular el crecimiento de la economía. Se están creando de la nada billones de dólares, euros y yenes, e inyectando crédito barato en el sistema, y no hay mejoría semejante al esfuerzo; la solución es que se abra un nuevo campo de inversiones privadas realmente grande.

Desde el punto de vista económico, la sustitución de hidrocarburos por fuentes de energía limpia puede ser visto como un enorme campo de inversiones, para seguir mejorando tecnologías y lo más importante, para desmantelar o reconvertir la infraestructura existente en generadoras de energía eólica, marítima, solar, etcétera. Es un campo de negocios inmenso que podría asegurar otro cuarto de siglo de acelerado crecimiento en el mundo capitalista.

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