En el espejo de Washington

Republicanos: con r de rudos

Entre los republicanos, predomina el grupo que reta la ley, hace caso omiso de ella o de plano busca subvertirla o pervertirla.

Desde hace muchos años la base de votantes republicanos en Estados Unidos va proporcionalmente a la baja, pero eso no ha importado para que hayan dado pasos hacia una “utocracia de la minoría”. Lo han hecho jugando rudo, rudísimo.

Los candidatos republicanos presidenciales han perdido el voto popular en ocho de las últimas nueve contiendas. El sesgo del Colegio Electoral (ese desfasado artilugio donde no se cumple el principio de una persona o un voto) le permitió a George W. Bush y a Donald Trump llegar a la presidencia.

El acceso a la Casa Blanca es el caso más notorio, pero muy lejos está de ser el único. El partido ha aprovechado cualquier oportunidad o resquicio para llevar agua a su molino.

Muchas de las medidas e iniciativas que han promovido no cuentan con apoyo mayoritario en la opinión pública, pero eso no los detiene.

Entre la población general es mayor el apoyo al derecho al aborto, la prohibición de armas de asalto o el respeto a la transición pacífica del poder, pero el GOP (Grand Old Party) va encontrando el modo de imponer su visión.

Esta rudeza es la respuesta violenta de un poder que fuera hegemónico y que hoy está amenazado por tendencias mundiales que soplan en dirección a una visión más progresista (derechos reproductivos, empatía con los migrantes, equidad de género, protección al medio ambiente, matrimonio igualitario, intolerancia a la discriminación, apoyos sociales a los segmentos vulnerables y un largo etcétera).

Los republicanos defienden su poder y avanzan su agenda torciendo, exprimiendo, estirando e incluso rompiendo la liga de la ley.

¿Cómo ganarle a la opinión pública? ¿Cómo gobernar con menos votos? ¿Cómo dominar la agenda mediática? La actual generación de republicanos tiene una forma de hacerlo, jugando rudo y haciendo ruido.

El catálogo es casi infinito. Bloquean iniciativas en el Senado, impiden mañosamente la nominación de un juez liberal a la Suprema Corte, colocan jueces conservadores en todos los ámbitos y circuitos, dibujan a modo distritos electorales, obstaculizan modalidades de voto para las minorías negras y latinas, sesgan a los árbitros electorales locales, provocan guerras culturales, permiten la proliferación de armas de alto poder entre la población, atacan la libertad reproductiva de las mujeres y crean leyes persecutorias para quienes las apoyen, justifican la violencia en nombre de una supuesta defensa de los valores “verdaderos”.

Entre los republicanos, hoy predominan dos tipos de liderazgos. El primero es el de aquellos que le dan vueltas a la ley y encuentran formas de obtener ventaja dentro de ella. El segundo es el que reta la ley, hace caso omiso de ella o de plano busca subvertirla o pervertirla.

Este segundo perfil va al alza y está colocando sus piezas en todos los tableros de poder de la Unión Americana. Con Donald Trump como modelo a seguir, el energúmeno naranja no está solo. Son cada vez más los personajes provenientes de la derecha radicalizada y violenta que empiezan a ocupar posiciones de poder real en el Congreso pero especialmente en legislaturas y ejecutivos locales.

Por increíble que parezca, miembros de milicias armadas como los Proud Boys, Oath Keepers o Three percenters están siendo electos en diversas posiciones locales llevando sus ideas y formas de proceder a espacios que en teoría debieran ser respetuosos de la civilidad y la legalidad.

No olvidemos que ya tuvimos la oportunidad de ver en acción a estos agresivos grupos armados durante la toma del Capitolio del 6 de enero. Ellos ven en la violencia un medio para defender sus valores, una extensión de su actividad política.

El miedo y la resistencia al cambio son los principales motores de la violencia. Lamentablemente las tensiones son acicateadas por un ecosistema mediático que diario alimenta estos temores y resentimientos.

El buque insignia de esta derecha radicalizada es Fox News –la cadena “informativa” con notable mayor rating en los últimos años– que, día con día, macera los agravios, teorías conspirativas, fake news y ataques a la “izquierda radical”.

Estas tendencias violentas y radicalizadas están partiendo en dos a los Estados Unidos, provocando tremendas ondas trepidatorias que llegan a todos los rincones del planeta.

¿Y México? Crónica de una piñata anunciada. Si Trump inició su carrera a la presidencia en 2015 acusando de violadores a los mexicanos y prometiendo un gran muro como su proyecto símbolo, es fundamental irnos preparando para contener los ataques que vendrán.

Además de los diferendos de la relación bilateral en materia de comercio, migración, seguridad, combate al crimen y al narcotráfico, debemos estar estratégicamente preparados para no ser arrasados no solo discursivamente, sino con potenciales políticas o decisiones que sean nocivas para nuestro país y para nuestra gente.

Algo debemos tener claro, la rudeza de los republicanos no se quedará dentro de sus fronteras. La amenaza de declarar a cárteles mexicanos como grupos terroristas con la subsecuente posibilidad de intervención militar en nuestro territorio, merece atención y trabajo diplomático serio y profesional para contenerla. Primera llamada, primera.

El autor es CEO Founder LEXIA Insights & Solutions.

Guido Lara

Guido Lara

CEO Founder LEXIA Insights & Solutions.

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