Gerardo Herrera Huizar

El señor Lozoya, la otra verdad histórica

Bien seleccionadas las piezas y adecuadamente ubicadas en el tablero político podremos contar, en su debido tiempo, con una nueva verdad histórica.

Tal como se viene desarrollando el proceso del 'protegido testigo colaborador', cuyo paradero, a ciencia cierta, se ignora, puede esperarse cualquier cosa. La secrecía que rodea el caso abre la puerta a un manejo conveniente de las revelaciones que el afamado personaje pueda hacer.

Desde su detención en la 'madre patria' hasta su traslado a suelo nacional, la información se ha vertido a través de medios noticiosos de manera abundante, centrada en los presuntos sobornos, tanto recibidos como destinados a diversos actores políticos cuyos nombres empiezan a circular, aunque tampoco de manera oficial, pero que ya calientan el ambiente y envían señales de que podría fluir sangre en los meses por venir.

La intencionalidad no es clara, pero indudablemente otorga a quien tiene la sartén por el mango un abanico inmenso de recursos políticos que, empleados estratégicamente y en el momento justo, redituarían grandes beneficios, que en la actual coyuntura y de cara al proceso electoral venidero resultan nada despreciables.

El tratamiento privilegiado al repatriado y el manejo hermético de la información, hasta ahora filtrada prácticamente mediante trascendidos, ofrece a la autoridad la amplísima flexibilidad de discriminar y elegir lo que convenga hacer público. Tal parece, dados los antecedentes inmediatos, que ya no resulta relevante el guardar las formas del tan recurrido debido proceso.

A la par de las revelaciones de nombres destacados, hasta ahora, de la clase política ubicados en la oposición, se van produciendo los respectivos deslindes, pero, obviamente, el palo ha sido dado y no hay manera de revertirlo ante la ávida opinión pública y el potencial electorado.

Por su trascendencia, el caso da para mucho y son muchas también las vertientes por donde puede transcurrir. Bien seleccionadas las piezas, adecuadamente ubicadas en el tablero político y debidamente dosificado el veneno informativo en el momento preciso, podremos contar, en su debido tiempo, con una nueva verdad histórica, que desvelará las trapacerías del pasado y los daños a la nación.

Por el momento, todo indica que el mensaje va orientado a poner a temblar a aquellos que aún no se mencionan pero que debieran poner sus barbas a remojar.

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